El futuro ya no es lo que era. La derrota de Nicolás Sarkozy en el proceso de selección del candidato del partido Los Republicanos(la derecha conservadora francesa) a la Presidencia de Francia es todo un símbolo. Sarkozy que hace sólo cuatro años ocupaba el Palacio del Elíseo y fue presidente de Francia durante cinco, ha sido relegado por los afiliados y simpatizantes del partido a una tercera posición tras François Fillon y Alain Juppé. Para quien lo fue todo en Francia, sin duda ha sido un trago muy amargo. Algo que su ego ha debido recibir como una humillación. Pero así es la democracia cuando se permite a los ciudadanos de a pie dar su opinión política sobre los políticos que les gobiernan. Decía que el futuro ya no es lo que era porque los ciudadanos se rebelan contra las élites y las vacas sagradas que reinan en los partidos sin contar con la opinión de los militantes. En el caso de Francia la caída de Sarkozy, un hombre tan preparado como ambicioso, tiene claves específicas. Había escorado tan a la derecha su discurso que en algunos tramos y respecto de algunas cuestiones parecía un calco del de Marine Le Pen, la lideresa del Frente Nacional. La extrema derecha a la que todas las encuestas sitúan por delante en las preferencias actuales de los franceses. Los seguidores de la derecha tradicional burguesa heredera del legado del general De Gaulle no quieren ser confundidos con los fascistas y lo han dicho, a su manera, rechazando al mismo Nicolás Sarkozy al que hace nueve años llevaron a la Presidencia de la República. Le Pen crece con un discurso xenófobo y anti europeísta muy a la manera que anuncia la llegada de Donald Trump en los EE.UU. Los votantes franceses conservadores critican los fallos de Bruselas y están decididos a recortar partes importantes del Estado del bienestar, pero no rechazan el ideal europeo. El año que viene se celebran elecciones presidenciales en Francia. Las encuestas dan pocas posibilidades a los socialistas que de momento ni han elegido candidato. Es probable que en una segunda vuelta, para evitar el triunfo del Frente Nacional, se vean obligados a apoyar al candidato de la derecha conservadora. En ese caso no sería descartable que François Fillon fuera el elegido para ocupar el Palacio del Elíseo. Era el sueño de Nicolás Sarkozy. Hoy, ya, un sueño roto.
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