El ‘Black Tuesday’ de Susana Díaz

Antonio Felipe Rubio
01:00 • 02 dic. 2016

No es la primera vez que se ha calificado de catetada secesionista la creación en el extranjero de embajadas del Gobierno de la Generalitat de Catalunya y las aspiraciones a tener un ejército propio bajo mando independentista. Por cierto, Puigdemont intentó reunirse con altos dirigentes de la Unión Europea y no lo recibieron ni las ratas de Bruselas. Se supone que en un país serio estas cosas son competencia de las instituciones creadas a tal efecto con las competencias, homologación y reconocimiento internacional. Pero siempre hay alguien cuyas ansias de protagonismo e intereses no revelados le convierten en improvisado estadista que utiliza el supra escenario para arreglar sus problemas internos. 
Susana Díaz deja qué pensar sobre el papel que ejercen los parlamentarios españoles en el Parlamento Europeo: para qué sirven los portavoces de las comisiones parlamentarias; qué papel juegan las embajadas; a qué se dedican las legaciones comerciales… y qué hace el Gobierno de España (único facultado para los trámites y relaciones con la Unión Europea).
Recordemos que para colaborar en la construcción del famosísimo Hotel Algarrobico el Gobierno de España tramitó la solicitud de una subvención de la UE (seis millones de euros) que, una vez concedida al Gobierno de España, éste la remitió a la Junta de Andalucía para que fuese entregada al promotor de la obra. Y así ocurre con todas las inversiones y proyectos que precisan del concurso de la UE. El procedimiento es el mismo para todos: gobierno de cada nación tramita y cada lander, comunidad, región… recibe de su gobierno el fruto de esa gestión.  No nos engañemos, Susana no va a traerse de Europa las inversiones para el Corredor Mediterráneo, ni va a traer la Sexta Flota a limpiar las tierras contaminadas de Palomares. Otra cosa es la intermediación en los canales de influencia o representación parlamentaria para implicarles y mentalizarles sobre la necesidad de esas acciones, y eso es de agradecer; pero no desde el punto de vista de un a modo de “Black Tuesday” en el que en lugar de ir de compras vas a intentar vender tu imagen por esos mundos. Susana necesita, como es habitual, golpes de efecto que reafirmen su imagen que roza la idolatría que se le dispensa desde su llegada como “Superstar”. Ante la contingencia que le plantea la contestación de los críticos -de Despeñaperros para arriba- y la iracunda sombra de Pedro Sánchez, Susana mueve ficha tal que lo hizo Felipe González con Willy Brandt para homologarse con la socialdemocracia europea. La excusa de ir a traerse inversiones para Andalucía es aprovechada para ser reconocida como lideresa del socialismo español con el reconocimiento y respaldo de la socialdemocracia europea que le recibió con aplauso unánime. Todo un aval que, fundamental y prioritariamente, sirve para impulsar a Susana Díaz a la casi aclamación de indiscutible aspirante a la Secretaría General del PSOE: el objetivo perseguido y felizmente conseguido.
Estos gestos de generosa y prolífica relación diplomática inter institucional podría convencer a algunos no avisados del verdadero talante diplomático y de respeto institucional por encima de las barreras sectarias. 
Es muy sencillo. Que le pregunten a Ramón Fernández-Pacheco sobre el talante de la “estadista” y actual presidente de la Junta de Andalucía. Acaba de cumplirse un año (pongan también un contador de la displicencia institucional) en que el alcalde de Almería lleva esperando mantener una reunión como nuevo primer edil de una ciudad de la comunidad autónoma que regenta una presidenta que elude y desprecia reiteradamente ese compromiso.  A Susana, Bruselas le queda más cerca que la alcaldía de Almería. 
Todo es cuestión de prioridad, talante y respeto institucional. A las pruebas me remito. 


 







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