El presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, y sus consellers, Artur Mas y un grupo de diputados soberanistas acompañaron a la presidenta del Parlament cuandofue a declarar ante el Tribunal Superior en una escena, no por vista en otras ocasiones, menos lamentable. Que representantes políticos de algunos partidos y por lo tanto que solo representan a una parte de los ciudadanos catalanes vayan “todos a una, prietas las filas”, para dar una imagen fija de que ellos están por encima de la ley, más que un acto de solidaridad o de protesta es una escena propia de los regímenes totalitarios que no creen en la separación de poderes.
En la comitiva (donde faltó poner a la señora Forcadell bajo, palio) estaban también el presidente del grupo de Catalunya Sí Que Es Pot, Lluís Rabell, el portavoz del PDECATen el Congreso, Francesc Homs, los ex presidentes del Parlament Joan Rigol y Ernest Benach y la exconsellera Irene Rigau, investigada por su papel en la organización de la consulta del 9-N de 2014. Tras hacerse una foto de familia en las escalinatas de la cámara, Forcadell salió del Palacio del Parlament encabezando todala comitiva, para dirigirse a pie hacia el Palacio de Justicia. Decenas de alcaldes que con sus varas levantadas, la esperaban al grito de “independencia” en la entrada del Parlament también la acompañaron hasta la sede del TSJC.
Reconozco que desde siempre me ha producido un profundo rechazo intelectual ver a los alcaldes utilizar la vara de mando como una amenaza y no quiero ni pensar hasta donde pueden llevar su sectarismo si alguno de sus vecinos se atreviera a contravenir algunas de sus ordenanzas por motivos ideológicos. Toda esta parafernalia trufada de victimismo barato, se produce justamente en un momento en el que se está produciendo un acercamiento entre el gobierno de España y el de laGeneralitat que, por cierto, dentro del PP está provocando no pocos disgustos después de la guerra dialéctica (mantenida en estruendosa voz baja) entre la vicepresidenta y Aznar que no desaprovecha ocasión para atizar a Mariano Rajoy.
Escenas como la de ayer no ayudan a tender puentes entre los dos gobiernos, como tampoco lo hacen afirmaciones como la del señor Homs cuando habla de tanquespara combatir urnas ¡pedazo de barbaridad! Sea como fuere con el mal llamado problema catalán seguimos en la hipérbole del “día de la marmota”. Desde hace años es como si, continuamente, estuviéramos viendo la misma escena, como le ocurre a Phil, el protagonista de la película de culto, un hombre del tiempo que es enviado un año más a Punxstawnwey, a cubrir el día de la Marmota, y tras sorprenderles una tormenta, todos los días siguientes se repite de nuevo la misma jornada. Eso es lo que pasa en Cataluña, con el último corte de mangas que sus gobernantes han hecho¡una vez más! a la decisión del Tribunal Constitucional.
Ellos dicen que no va a variar ni un ápice su intención de conducir esa parte del territorio hacia la independencia. Argumentando, machaconamente que acatar la legalidad constitucional seria un acto de deslealtad hacia los catalanes y de falta de respeto a la voluntad de las urnas y situándote así por encima de la legalidad, en unaposición muy propia, como digo, de los regímenes totalitarios.
Todos ellos saben perfectamente, que en su hoja de ruta no caben la legalidad y que será combatida con la ley en la mano como se hace en cualquier estado de derecho democrático, pero les importa poco porque lo que pretende es tener entretenidos a los catalanes con este tema para que no reflexionen sobre la situación económica,política y social a la que les está llevando. Su camino está totalmente fuera de la ley pero mientras teorizan sobre la independencia, no dan explicaciones de porque tiene un paro desbocado, las empresas están marchando de allí a marchas forzadas y los hospitales y otros servicios públicos esenciales tienen una situación calamitosa. Mucho circo y poco pan y eso tiene también un límite...
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