Los viajes en navidad

“El libro habla de dormir bajo las estrellas de Jordania en una tienda de campaña beduína...”

Kayros
22:33 • 23 dic. 2016

Y aquellos que no creen ni les interesa la Nochebuena porque para ellos todos los días del año lo son, lo que pueden hacer es viajar por el geoplaneta. Hay en el hombre una sed de infinito que se calma en parte con sucedáneos, uno de ellos sería visitar lo que no hemos visto. Ni la televisión ni que nos lo cuente a su modo la radio veloz calma nuestra sed de novedades. Tengo en mis manos el libro “1OOO Experiencias únicas” ( Planeta, 2OO9) que dice cómo hay que hacer para descubrir, entre otras muchas cosas, los itinerarios únicos, lo mejor de la fauna africana, las plazas más bonitas del mundo, los espacios abiertos de Norteamérica, las mejores islas paradisíacas, etcétera, etcétera. Tiene usted dinero, tiene salud,  es hora de viajar hacia lo desconocido mientras no sea posible salir hacia el espacio exterior. El libro habla de dormir bajo las estrellas de Jordania en una tienda de campaña beduína, conocer las mejores playas donde mecerse en una hamaca, saltar a bordo del Ghan para viajar hasta el remoto  desierto de Australia. No se acaban aquí las experiencias únicas y esto no es publicidad. Están también las cinco sugerencias culinarias de la Tierra, los viajes a través del arte, nadar entre ballenas asesinas, bucear en los sitios más insospechados, conocer a conciencia las cuatro partes del mundo. Con esto se nos quitaría el aldeanismo que sufrimos desde el jurasico. Hay que ver la de discusiones insultas y acartonadas que vienen todos los días en nuestros periódicos. Siempre es lo mismo. Una casta reaccionaria que sin duda ha viajado muy poco creyéndose poseída del “sancta sanctorum” visceral  lo ve todo peligroso. No nos quieren. Se llevan lo  nuestro. Nos miran con envidia. Si alguien critica lo que ve no es de aquí. Mientras observamos que por parte de quienes nos visitan se está dando el fenómeno contrario: cada vez admiran más nuestras costumbres y tradiciones. O sea que leen, consultan las bibliotecas, preguntan a los encargados de los monumentos, se enteran de los puestos de comida callejera más deliciosa y viven directamente junto a nosotros por calles y plazas. Si hacemos historia veremos que son mentes abiertas  los trajeron un día los avances más característicos  de los cuales hoy estamos orgullosos. Y ahora no deja de ser curioso que casi toda nuestra economía consista básicamente en ir a venderles las cosas  que ellos nos enseñaron.







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