Quemando nuestro dinero

El futuro siempre llega demasiado rápido y no siempre del modo en que esperamos. Al menos eso es lo que pensamos los que no disponemos de capacidades adivinatorias capaces de anticiparnos lo venidero. Sin embargo, hay ocasiones en las que predecir el futuro con precisión cartesiana es más fácil de lo que parece. Basta con establecer el punto resultante de cruzar las coordenadas del sentido común con las del archivo informativo, para obtener así una descripción detallada del futuro que se nos viene encima. Perdonen el siempre feo gesto de la autocita, pero la pasada semana escribía en este mismo espacio este revelador y premonitorio párrafo: “Lo que no se ha visto por ningún lado es una reacción ante el demoledor dato que ayer mismo publicaba LA VOZ DE ALMERIA: los actos vandálicos nos han costado a los almerienses 100.000 euros en lo que va de año. Dejo abierto el dato temporal, porque queda toda una Navidad por delante y ese periodo es siempre tentador para esa marabunta de cafres que saquea, rompe y ensucia por el mero placer de sentirse aún más inútiles.” Bingo. En la madrugada del miércoles al jueves, la marabunta de cafres a la que hacía referencia volvió a salir a hacer de las suyas, quemando 11 contenedores orgánicos y uno de ropa para Cáritas. Añadan, pues, una propina de 13.000 euros a la factura que deberemos pagar todos los almerienses. ¿Qué demonios pasa en Almería? Les recuerdo que el año pasado en la ciudad de Málaga (unas tres veces más grande que Almería) se quemaron 89 contenedores por actos vandálicos. ¡En Almería, 149! Y es que al final no estamos ante un problema de falta de respuesta policial (no se puede poner un guardia en cada contenedor o en cada macetero) o de adecuar las contratas de los servicios a la prevención de estos actos. Estamos ante un simple y brutal problema de civilización: niño, no se quema, no se roba, no se rompe, no se ensucia… y así todo el rato. Pero claro, si no ha habido eso antes, tenemos esto ahora.