Analizado en su conjunto el Gobierno promueve iniciativas que parecen más obra de un comité electoral que de un Gabinete ministerial. Se ve a la legua que el objetivo es ganar tiempo para crecer en las encuestas a la espera del mejor momento para convocar elecciones. Crecer, exagerando el perfil izquierdista del PSOE en un intento de recuperar a los votantes que se le fueron a Podemos o a la abstención. Pero ése perfil izquierdista tiene bastante de impostura.
Cuando estaba en la oposición Pedro Sánchez le exigía a Mariano Rajoy que derogara la Ley de la Reforma Laboral. El PSOE apoyó a la UGT y a CC.OO. en una convocatoria de huelga general. Era la piedra de toque. Pero Sánchez lleva ya noventa días en La Moncloa sin una palabra sobre aquél compromiso.
Ha preferido dar prioridad a la exhumación de los restos de Franco, un asunto que al tiempo que se convierte en un guiño a Podemos (Iglesias) incomoda a la nueva dirección del PP (Casado). Pero abre los telediarios y durante unos días no se habla de otra cosa en la tertulias radiofónicas.
Otro tanto sucede con el anuncio de subida de impuestos. Cuando estaba en la oposición la banca y las grandes empresas tecnológicas parecían estar en su punto de mira. Sánchez predicaba entonces la creación de un impuesto nuevo para la banca. La nueva la tasa que grabaría sus beneficios que serviría para financiar las pensiones. De aquél anuncio se ha pasado a una vaga referencia a grabar con un impuesto las transacciones financieras (eco lejano de la famosa "tasa Tobin") y en una cantinflesca rectificación de aquél objetivo resulta que ahora el Fisco va a cebarse en los profesionales que ganan más de 10.000 euros al mes.
Rectificar parece el verbo de la casa. Hablando de rectificaciones, gloriosa, por cierto la última protagonizada por la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, quien hablaba en Santander de "globo sonda" contestando a una pregunta sobre el impuesto al diesel cuando a la misma hora y día en Madrid Pedro Sánchez anunciaba que sí, que iba en serio porque según él este es un "Gobierno ecologista". Para arreglar la cosa la señora Maroto ha dicho que "apoyaba plenamente el anuncio del Presidente del Gobierno". Menos mal, parece que algunas cosas las tienen claras. Por ejemplo: quien manda. En mayor o menor medida todos los ministros han tenido a lo largo de estos tres meses su minuto de gloria. Todos menos la titular de Economía. La señora Nadia Calviño, está inédita. Incluso desaparecida. Estamos esperando saber qué opina sobre el olvidado impuesto a la banca o sobre las primeras muestras de enfriamiento del ciclo económico de crecimiento de las que hablan algunos expertos. Nemo se hacía llamar Ulises en su trato con el cíclope.
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Fermín Bocos