Antes de nada, feliz año nuevo a todos y todas. Hace unas semanas afirmé que en la próxima columna hablaría largo y tendido sobre Rogue One. Una historia de Star Wars, pero a estas alturas los temas se han ido acumulando, así que mi humilde reseña sobre el spin-off galáctico se limitará a este primer párrafo. Lo que más me gusta de la trilogía original son los personajes y la música, y aquí ambos aspectos me decepcionaron profundamente: lo de Felicity Jones y Diego Luna es ‘anti-química’ pura, y aun siendo fan absoluto de Michael Giaccino, el tema musical principal me parece… horrible. La única escena que me despertó de mi letargo dura unos segundos y sucede justo al final del metraje -cualquier persona que haya visto la película sabrá de qué estoy hablando.
Cambiando de tema, esta Navidad supuso no solo el regreso al universo Star Wars, sino también el de dos grandes iconos de la televisión británica. A principios de este mes comenzó la cuarta -¿y última?- temporada de Sherlock y a finales del pasado año se emitió el acostumbrado especial navideño de Doctor Who, cuya próxima tanda de episodios no llegará hasta dentro de unos meses. Como de costumbre, disfruté más con las aventuras del Señor del Tiempo -ojalá los guiones de los nuevos episodios hagan justicia a Peter Capaldi- que con las del detective creado por Arthur Conan Doyle -deslumbrantes a nivel técnico, pero con las que nunca llego a conectar emocionalmente.
Pero si hay dos producciones televisivas con las que he disfrutado durante estas Fiestas han sido Rita y Terrace House: Boys and Girls in the City. La primera es una serie danesa y tiene a una profesora bastante particular de protagonista; debo reconocer que soy demasiado aficionado a las ‘dramedias’, pero esta me ha enganchado totalmente. En cuanto a la segunda, se trata de un reality japonés de lo más adictivo, gracias -entre otras muchas cosas- a su formato serializado, a su inteligente uso de la música y el montaje, y a la inclusión de grupo de comentaristas de lo más hilarantes -kawaii!!!
En cuanto a los estrenos cinematográficos de este mes de enero, los lectores y lectoras de esta columna ya sabrán las ganas que, como buen amante de las películas musicales, tengo de ver La La Land; también me intriga sobremanera Múltiple, el nuevo trabajo de M. Night Shyamalan -con que sea tan entretenida como La visita (2015) me conformo-; y no puedo dejar de lamentar que propuestas como el Sitges Tour 2017 -con películas ya comentadas en esta columna, como La autopsia de Jane Doe, Shin Godzilla o Melanie. The Girl With All the Gifts- lleguen a tan pocas provincias de España.
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