El subinspector Pedrito

José Luis Masegosa
22:56 • 19 feb. 2017

Hablaba convencida de cuanto decía porque mantenía sólidos argumentos amasados a lo largo de una larga e intensa trayectoria profesional. Ejercía el oficio con la pasión de quien lo había vivido desde sus más tempranos años. No en vano era hija, sobrina y nieta de periodistas, los hermanos malagueños Verdugo Landi. Su padre redactaba en verso las crónicas taurinas y aunque no era muy dada a hablar de si misma, siempre tenía un admirado  recuerdo para su progenitor. Nació en el mes de noviembre del año de la gripe, 1918, y recibió el nombre de pila de Margarita Verdugo Landi . Fue una de las primeras mujeres españolas periodista y la primera especializada en la información de sucesos, aunque se inició en el periodismo como redactora de la crónica de sociedad y de alta costura. En 1955 se incorporó al semanario El Caso, donde creó una imagen inconfundible que tanto el medio como ella supieron cultivar, la de una rubia sagaz, brillante e inteligente que viajaba en un deportivo descapotable y no se desprendía en ningún momento de su pipa, a la que asía sus labios con un ademán de quien sabe hacer de la aspiración del humo un arte.  
Hace unos días alguien me recordó el décimo tercero aniversario de su fallecimiento, en Asturias. La efeméride ha abierto el postigo del recuerdo de los años compartidos, diez, en el emblemático semanario de sucesos, cuya existencia marcó un antes y un después en el tratamiento de la crónica negra. Margarita Landi no era una redactora al uso del periodismo de las últimas décadas del siglo pasado. Era un ícono del ejercicio profesional, un modelo único de `periodista de cuya práctica aprendimos mucho quienes tuvimos el privilegio de compartir su saber hacer y sus cánones de la investigación. Margarita Landi poseía el más fino olfato periodístico que yo haya conocido y la más astuta intuición de una periodista-policía. Por alguna razón en las comisarías, en los juzgados y en  el colectivo profesional se le conocía como “el subinspector Pedrito”. Uno de los casos de El Caso, cuya cobertura compartí con Margarita Landi a finales de los años ochenta del siglo pasado, fue la aparición  de un niño muerto, hijo de un policía local, asesinado por el fuerte golpe de una piedra en la cabeza. El hecho ocurrió  en las inmediaciones de la Silla del Moro,  junto a la Alhambra. El suceso resultó muy complejo y presentó toda clase de dificultades para los investigadores policiales, hasta tal punto que el caso quedó sin esclarecer, pese a que se conocieron algunos datos relevantes, como que la víctima había sido violada y el caso tenía todos los ingredientes de tratarse de un crimen cometido por un pederasta. El trabajo policial dio con varios sospechosos que fueron identificados e interrogados, pero nada más. Las gestiones de la maestra Landi y de quien suscribe lograron dar con la identidad y la fotografía del principal sospechoso, que aún conservo, de un vil asesinato que nunca se cerró, pero al que el subinspector Pedrito puso nombre y apellidos.


 







Temas relacionados

para ti

en destaque