La democracia la pintan muy bonita. Supongo que lo es siempre que se ponga en práctica. Democracia, además de un sistema de gobierno en el que el poder político es ejercido por los ciudadanos o por unos representantes, también es sinónimo de una forma de sociedad que practica la igualdad de derechos individuales. Y ahí es donde me paro a pensar ¿igualdad? ¿qué igualdad? En muchos aspectos de la vida diaria, no existe esa paridad tan anhelada como utópica aunque parece que lo malo siempre recae sobre los mismos.
Si hablamos de temas de educación, la provincia de Almería es la que más barracones (o aulas prefabricadas, por si alguno sigue despistado en su mundo eufemístico) tiene con diferencia. En 2016 eran 78. Si alguien quiere empatizar con Sevilla diciendo que es la segunda provincia de la comunidad autónoma con más barracones, pues, sería interesante tener en cuenta que es una provincia que casi triplica a la nuestra en población. Luego, la proporción no existe y, por ende, la igualdad tampoco.
Si lo que tratamos es sanidad, decir que Almería es la provincia con la tasa de natalidad más alta podría justificar que les haya pillado desprevenidos a la hora de construir colegios y verse obligados a instalar más barracones que en cualquier otro sitio pero ¿no es para que la provincia con mayor número de nacimientos disponga de hospital materno-infantil? Y no solo por ese motivo, que es de peso, sino porque simplemente es la única de las ocho provincias que carece de él ¿Igualdad? ¿En serio?
Si nos centramos en cuestiones de infraestructuras, esa igualdad se percibe, vaya, que es igualica que en los puntos anteriores. La Junta acordó con el Gobierno Central encargarse de la mitad del eje ferroviario transversal de Andalucía (AVE), es decir, de Sevilla a Antequera, y el tramo desde esta última hasta Almería, vía Granada, sería responsabilidad de Fomento.
Lo que “apremia” Es interesante analizar cómo el dinero de los contribuyentes de las ocho provincias lo invierten en lo que a ellos más les interesa, lo que más les conviene, lo que más “apremia” (parece ser que urgía construir una línea de AVE que hiciese recortar los tiempos de la ya existente conexión Sevilla-Málaga vía Córdoba, pues, dan un rodeo los pobreticos que no se merecen sufrir), lo que viene siendo de interés público, que dirían, y que dejen el destino de Almería (y su línea decimonónica) en manos del Gobierno Central. Habría resultado tan sobrecogedor como detalloso por su parte que se hubiesen decantado por encargarse de construir el tramo Almería-Antequera, así, con ese orden, empezando la obra desde nuestra capital, que ya sabemos cómo acaban estos proyectos, donde las autovías del 92 deberían rebautizarse como del 2002, y que hubiesen dejado su destino en manos ajenas (aunque ya les fue bien precisamente en la primera línea de AVE en ese 1992 con la Expo, lo que no consiguieron Barcelona, segunda ciudad del país, y sus Olimpiadas ese mismo año, pero claro, andaba un andaluz en Moncloa).
Para colmo ¿si Almería lo que necesita es recortar sus tiempos con Madrid, ciudad de la que todos dependemos en algún grado, para qué subvencionan la línea aérea Sevilla-Almería? Efectivamente, para que los políticos puedan venir a cortar alguna cinta y sonreír mucho sin chuparse cuatro horas de coche (de habérselas chupado, no sonreirían tanto). ¿No habría sido más lógico, si se pensase en los almerienses, subvencionar una línea aérea Almería-Madrid, que es la conexión peninsular por aire con la capital del Estado más cara y cuya equivalente línea férrea es la de mayor duración, pues se tarda menos desde Coruña, Gerona y Cádiz a pesar de estar más lejos? ¿Creen que están quedando bien con los almerienses al subvencionar una línea que es para su uso?
Sé que no digo nada nuevo pero a veces está bien hacer memoria y compilarlo para darnos cuenta de lo pringados que somos los almerienses y de que no tenemos voz ni voto para cambiar esta situación, como no los tuvimos en el referéndum de 1980. ¿Si nos ningunearon desde el minuto cero, qué esperábamos? ¿Que nos tratasen mejor con el tiempo? Aunque lo cierto es que, si ya contaban con nuestra sumisión, para qué hicieron votar a la gente.
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