Susana Díaz, ¿la catarsis necesaria?

José Ramón Martínez
01:00 • 30 mar. 2017

Cuando escribía el titular, reflexionaba sobre la política de los últimos años en este país. En un tiempo de ruptura de los consensos, sin liderazgos fuertes y divisiones en los partidos, la política parecía el espectáculo que nos tenía entretenidos. Emociones a raudales, revoluciones en marcha, Wassap, twitter, facebook, una nueva sociedad proyectándose con dudas e incertidumbres. Y palabras, palabras y palabras.
Ahora bien, hay que dejar claro que la rabia de las bases socialistas contra los altos cargos de su partido las entendemos y la compartimos todos; la de los indignados del 15M con más motivo si cabe; hasta la ira de los nacionalistas, ante una España que no es capaz de asumir con determinación su pluralidad. A partir de ahí, argumentemos y dialoguemos. 


Autocrítica Hay cansancio cuando no hartazgo de un discurso político repetitivo que no alumbra y además, con déficits democráticos. Una catarsis, un cambio de chip, una autocritica de los de arriba y de los de abajo, del norte y del sur… no vendría mal. Susana Díaz podría ser y digo podría, si antes los inquisidores de este país no la matan, el efecto necesario, la alternativa reformista prudente, una vuelta a la realidad, un cambio en el relato político. 
Llama la atención que haya sido la España rica la más beligerante con la líder andaluza. Los tópicos sobre los andaluces han vuelto de nuevo. Onda Cero se reía del acento de Susana Díaz y conservadores y nacionalistas han coincidido en los titulares más peyorativos. Ya sabemos que en cualquier mesa de negociación a los andaluces nos tocará emigrar. 
Al hilo de esto, recordaba que me habían acusado en Facebook de ser un trol al servicio de Susana, otros de haberme pasado al PP, algunos independentistas me bloqueaban. Ser moderado en estos tiempos resulta peligroso. Es no participar de los análisis simplistas de buenos y malos o blanco o negro. Es solo querer pensar la realidad para poder transformarla. 
El relato Cuenta el ex presidente J.L Rodríguez Zapatero una cena con jefes de Gobierno del G-20 en las que quedó impresionado por la dureza de los reproches y por las invocaciones a la historia: “Fueron solo cinco minutos, pero cinco minutos en los que las palabras que escuchaba contenían la fuerza evocadora de todas las lagrimas derramadas en la historia europea”. 
Pues bien, no sabemos si será necesario llegar a esos extremos, para que el debate político cambie y tenga un acercamiento más sincero con la realidad y, se aleje de las retóricas emocionales y de las épicas históricas. Este país necesita una nueva cultura política y una nueva ciudadanía y no será sólo desde la queja o desde la rabia desde donde se construirá, sino que harán falta más cosas.  


Epílogo Una ciudadanía menos partidista y forofa y más formada y cívica sería la mejor revolución. Y lo más importante, hablar todos con todos sin estigmatizar a nadie. La América de Trump ha surgido de la incapacidad de los demócratas para hablar con la América rural. Los independentistas catalanes no ganan porque solo hablan con los suyos. O hablamos todos con todos o los Sarajevos se abrirán paso. 
Construir un marco de dialogo significa no deshumanizar al contrario, sea este de la derecha, izquierda o s nacionalista; significa no insultar al que piensa diferente. Y eso no significa negar los conflictos, ni las injusticias ni las desigualdades sino abordarlas con sentido fraternal y espíritu de colaboración, con propuestas y análisis rigurosos, con ensayo y error. 







Temas relacionados

para ti

en destaque