Miguel Delibes de Castro y Miguel Delibes entablan una conversación, entre hijo y padre, en el Libro “La Tierra herida”. Delibes padre, escritor, cambia el roll y le hace preguntas a su hijo con la curiosidad de un niño, y el hijo, científico, le contesta a su padre, con meticulosidad, de lo que le estamos haciendo a la casa en la que habitamos y que es única. Se van contando anécdotas, conocimiento y experiencias repasando la problemática ambiental.
Entre ellas cuentan la historia del canario que bajaban los mineros a las minas. Los canarios son muy sensibles al CO2 y al metano. Cuando el canario moría los mineros tenían que evacuar la mina inmediatamente porque no era apta para la vida. Cuando los animales mueren nosotros estamos enfermando, y no nos damos cuenta de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor hasta que hay muerte. Cuando los mineros bajaban canarios a las minas no había instrumentos precisos para medir, hoy en pleno siglo XXI los tenemos y dan datos inequívocos del cambio climático que estamos viviendo. Ahora nos preguntamos para salir de casa: “¿nos ponemos chaqueta o manga corta?”, dice el botánico Raúl de Tapia. En cambio el Presidente de EEUU niega los datos científicos, firmando un decreto para abandonar los límites a las emisiones contaminantes. Imaginemos que no tenemos aparatos precisos con los que medir. Imaginemos que, como los mineros, tengamos que observar si hay vida en los seres vivos. ¿Qué nos está diciendo la Naturaleza de forma alarmante? La Fenología de las plantas está cambiando: las flores florecen en otoño, los árboles no terminan de tirar las hojas para aguardar el invierno. Las aves cambian sus tiempos migratorios, la vida en los océanos está desapareciendo, etc. Los ciclos de la vida son insólitos a consecuencia de los cambios climáticos que estamos provocando. Emitimos enormes cantidades de CO2 aunque nosotros no lo apreciemos. No son suposiciones, son hechos contrastados por la Ciencia y el ponerlo en duda, como lo hace el actual presidente de EEUU DonaldTrump, hace que nuestra supervivencia quede en entredicho. El cambio climático incide directamente en la desertificación y en la falta de agua, que afectan de lleno a España y en particular al Sureste. Estamos padeciendo la sequía más grave de los últimos 60 años. Y si no hay agua no podemos producir alimentos y por tanto será causa de la hambruna y de las migraciones. Este hecho, que parece apocalíptico, ya está ocurriendo en el mundo. Se estima según ACNUR (la agencia de la ONU para Refugiados) que en los próximos 50 años, entre 250 y 1.000 millones de personas se verán obligadas a abandonar sus hogares e inmigrar si el ser humano no es capaz de frenar el cambio climático. Estima la Organización Internacional para las migraciones (OIM) que en los últimos 30 años se han triplicado las sequías y las inundaciones. Los cambios ambientales y las catástrofes naturales han provocado migraciones mayores que las que han provocado los conflictos armados. A estos refugiados no les ampara ninguna ley internacional.
Hay un proverbio africano que dice: “el mundo que tenemos hoy en nuestras manos no nos ha sido entregado por nuestros padres sino que nos ha sido prestado por nuestros hijos”. Miguel hijo, científico, y Miguel padre, escritor, se preguntan: “¿Qué mundo heredaran nuestros hijos?”. Y Miguel Delibes de Castro dictamina: “Hemos domesticado el Planeta, ahora tenemos la responsabilidad de cuidarlo”. Toda la ciudadanía tiene responsabilidades en ello y tenemos que implicarnos.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/126306/la-tierra-herida