Este mayo viene señalado en piedra viva por unas cuantas fechas cruciales que el lector memorioso no debiera olvidar. Se celebran los cien años de la Revolución rusa, la caída del Muro de Berlín, el auge del eurocomunismo, la legalización no sin tropiezos del Partido Comunista en España. los cuarenta años de Comisiones Obreras y la Matanza de Atocha en cuya ferocidad se equivocó de medio a medio gran parte de la derecha vencedora. Son demasiadas cosas para un artículo algo precipitado. Me limitaré solo a nuestro país. Sabido es lo que significaba aquí ser comunista dentro del ambioenmte fratricida de la la Guerra civil. La derecha siempre experta en escatologías satánicas asociaba el comunismo al humo del infierno. Ni el ejército como tal ni ningún líder político de los vencedores aprobaba la legalización del PCE. Querian que el partido que con más denuedo había luchado contra la dictadura quedara fuera del orden constitucional. Los comunistas, se decía entonces, huelen azufre del demonio. La reacción del pueblo español en el entierro de los muertos de Atocha animó a Adolfo Suárez a sacar adelante la legalización. Hubiera sido un disparate antidemocrático pregonar la libertad para todos los sectores dejando al margen al partido que más había hecho por el cambio en España aunque es bien cierto que ni el ejército, ni la banca, ni la policía ni la iglesia estaban por la labor de olvidar la guerra civil. Hasta al propio partido socialista , en opinión de Pilar Cernuda, parece que convenía seguir los comunista siguieran ilegalizados. De hecho el continuado de Suárez en democracia no fue Santiago Carrillo sino Felipe González. Ahora que están más blandas las ideologías, sería ocasión de acordarse de los servicios que el partido ha prestado a este país. Para comenzar debemos citar la frase de José Luis Centalla: “ la sociedad española debe al comunismo la recuperación y la lucha del movimiento obrero” Pero no es eso solo. Recuerden que Carrillo admitió la vuelta de la monarquía como una condición del nuevo orden, pidió la annistía general para los presos de uno y de otro bando , la legalización se produjo un movimiento cultural que aseguraba el pluralismo , temor de el jercito y de los sectores reaccionarios- El PCE que aún hoy mantiene los símbolos de la hoz y el martillo contribuye a extirpar en democracia los odios de la guerra civil a la vez que participa plenamente en la elaboración de una nueva Constitución.
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