Reparto de la tarta

Juan Megino
01:00 • 06 may. 2017

Los ciudadanos de a pie asistimos, un tanto impotentes, a los debates sobre los Presupuestos Generales del Estado para 2017, tan solo a través de los medios de comunicación, lo que no quiere decir que no tengamos una opinión formada.
El gran debate anual de cualquier institución, sea pública o privada, es el de presupuestos y ahí se han de distribuir los recursos con criterios de solidaridad. En este caso es el presidente de Gobierno el que tiene ante sí la tarta a la que todos quieren dar el mordisco más grande, pero es evidente  que si uno lo consigue grande, otros se lo han de llevar más pequeño e incluso habrá alguno al que sólo le quedarán migajas.
La composición del actual Parlamento, fruto de los últimos resultados electorales, ha obligado al señor Rajoy a hacer verdaderos equilibrios para alcanzar los votos necesarios para su aprobación, naturalmente a cambio de concesiones, esto es, a trozos más grandes de la tarta. Es obvio que la situación de inestabilidad que vive el país, a causa de los casos de corrupción que golpean al PP (y a otras fuerzas políticas en otras comunidades), hace imperativa la disponibilidad de un Presupuesto, aunque sólo sea para 6 meses, como el presente. Un Gobierno sin presupuesto es imposible que gobierne, situación que quizás veamos para el 2018, lo que abocaría irremediablemente a un adelanto de las elecciones generales, que, de ninguna manera, interesa a los españoles, ni al PP, en uno de sus momentos más bajos ante la opinión pública.
De momento, con las concesiones hechas a C´s, PNV y grupos canarios ha conseguido “pasar el Rubicón” de las 7 enmiendas a la totalidad (con igualdad a 175 votos), pero aún queda un largo trecho de debate parlamentario hasta su aprobación definitiva.
Entiendo la complicada situación para el PP, y para el Sr. Rajoy, pues es sabido que los votos aportados por los grupos políticos necesarios no van a salir gratis, los van a cobrar con creces, con concesiones mil millonarias que, lógicamente, irán en detrimento para el reparto de tarta para otros territorios.
Las cifras que se barajan en esos medios de comunicación son realmente envidiables, para los que las reciban, pero ponen en gravísimo riesgo las aspiraciones de otras comunidades, entre ellas Andalucía y, dentro de ella, Almería.
Si somos capaces de aceptar, por razones de responsabilidad, los motivos del Gobierno, sería también deseable que la sociedad española conociera la realidad absoluta de lo tratado y como se compensará en un futuro, que siempre llega, a los más desfavorecidos, esto es, luz y taquígrafos para evitar especulaciones y agravios, lo más limitados posibles y que, sin duda, existirán, por el gran mordisco a la tarta de vascos, catalanes y canarios.
A esta situación no tendríamos que haber llegado, si el PSOE (lo que quede de él) hubiera tenido sentido de Estado y hubiera pactado con el PP, lo que habría dejado al margen la voracidad de algunos, no solo en cuanto al dinero, sino en cuantas concesiones políticas se vayan a producir y que también debiera conocer la opinión pública.







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