El inmenso valor de un diputado por Almería

Como hemos visto en la tramitación de los Presupuestos, un solo voto puede ser decisivo. Al PNV cada voto le ha reportado más de 1.000 millones y al canario más de 500. &iques

Pedro Manuel de La Cruz
01:00 • 07 may. 2017

Apuesto diez contra uno que, después de saber como ha negociado el PNV su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado, han sido muchos los almerienses que se han preguntado a cómo les han salido al gobierno los votos de los cinco nacionalistas vascos. La respuesta es sencilla: a más de mil millones por diputado, y la cuenta fácil: solo hay que sumar a los 1.400 millones del cupo vasco, los más de tres mil ochocientos para la llegada de la alta velocidad a las tres capitales de Euskadi. No les quiero contar lo que le va a costar el voto que aún necesita para alcanzar los 176 síes, pero vayan haciéndose a la idea de que alrededor de 500 millones, que es la inversión total contemplada en las enmiendas presentadas el viernes por el diputado canario para dar su apoyo.
La negociación va unida a la política y a nadie debe extrañar que se alcancen acuerdos que faciliten aprobaciones presupuestarias y otras cuestiones de menor calado global, pero de indudable impacto territorial.
Desde el inicio de la transición hemos asistido a procesos negociadores protagonizados siempre por fuerzas políticas territoriales. Felipe González, Aznar y Zapatero negociaron- incluso cuando no los obligaba la aritmética parlamentaria- con catalanes y vascos. El nacionalismo político y social obligaba a alcanzar, no solo una mayoría parlamentaria estable, sino una cohesión social que, aunque con matices, fortaleciera el concepto constitucional de la soberanía nacional frente a cualquier deriva independentista, alentada por el terrorismo en el norte, o por el imaginario idílico de una parte importante de la burguesía ilustrada en Cataluña.
Esta realidad demuestra que todos los votos son iguales, pero todos los territorios no. Y de eso sabemos mucho en Almería.
Después de cuarenta años de democracia, si en algo coincidimos todos los almerienses es en la percepción de que siempre hemos sido considerados- y continuamos siendo considerados- una provincia de tercera. 
Los gobiernos español y andaluz andaluz han mirado - y continúan mirando- a Almería desde la lejanía madrileña o sevillana. No es que estemos lejos; es que quienes toman las decisiones se han sentido alejados de esta provincia. Siendo de los primeros en aportar, somos los últimos en recibir. No, no es victimismo (el victimismo es una enfermedad más perniciosa que la marginación, porque esta se puede romper, pero aquel es un patología de casi imposible cura), no es, digo, un lamento recurrente. Es la constatación de una realidad que nadie niega.
Pero también nadie puede negar que aquí hemos hecho poco o nada para romper esa acumulación de olvidos que provoca que los diferentes gobiernos del PP solo puedan incluir en su “Haber” en infraestructuras viarias en nuestra geografía provincial la media docena de kilómetros de autovía construidos desde Tabernas a Viator y la paralización total y durante cinco años- cinco- en las obras del AVE a Almería en las que, durante los últimos cinco años-cinco-no se ha avanzado ni un metro. Perdone el lector la reiteración, pero es tan insoportable y tan necesaria que habría que repetirla cada día.
Como hay que repetir, también y cada día, que el gobierno andaluz continúa considerándonos una provincia de extramuros a la que solo se viene de visita. El retraso obsceno en el Materno Infantil, al que Chaves puso la primera piedra y han tenido que pasar seis años- seis- para que un albañil pusiera la segunda, o la interminable autovía del Almanzora, son dos ejemplos de que, quienes nos gobiernan, no hacen lo que tienen que hacer.
Pero si en Madrid o en Sevilla no hacen lo que tienen que hacer, ¿hacemos en Almería lo que deberíamos hacer? Indudablemente, no. 
Frente a la insultante acumulación de olvidos, los almerienses hemos respondido con mucho trabajo individual y con mucho talento profesional, pero con el pecado injustificado de la resignación colectiva. Hemos reivindicado poco, y lo poco que hemos reivindicado, lo hemos reivindicado poco. Así nos va.
Y así nos va a ir si no cambiamos. El gobierno del PP en Madrid se ha comprometido a que en dos años comienzan las obras del AVE en todos sus tramos, y el gobierno del PSOE en Sevilla ha puesto fecha a la terminación del Materno y de la Autovía para el final de su legislatura. Habrá que esperar -vigilantes y fiscalizadores- que esos compromisos se cumplan y actuar en consecuencia y con todas sus consecuencias.
El bipartidismo imperfecto de los últimos cuarenta años condenaba a las provincias electoralmente débiles a ser percibidas desde la indiferencia. Desde el 20 D la situación es distinta y, como se ha visto en la tramitación de los Presupuestos o en la formación de algunos gobiernos, las minorías pueden decidir y un voto, un solo voto, es un arma cargada de futuro y de inversiones.
No destruyamos todavía la casa; pero comencemos a pensar si no nos iría mejor si decidimos construir otra nueva. Pensémoslo. 


 







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