Después del naufragio

Fermín Bocos
01:00 • 08 jul. 2017

¿Qué se le puede decir a un tipo que como gran argumento para justificar que tiene intención de pasarse la Constitución por el arco de triunfo dice que la legalidad española no es legal porque no sigue el mandato internacional? Pues semejante cumbre del Derecho existe. 
El tipo se llama Oriol Junqueras, es vicepresidente de la "Generalitat", y, por lo tanto, la segunda autoridad del Estado en Cataluña. Todo lo que está sucediendo en aquella comunidad sería material para una comedia política surrealista de no ser porque la farsa puede derivar en tragedia por obra de la actuación de una camada de políticos corruptos (la cúpula de la antigua Convergencia) asociados con ERC y mantenidos en el "govern" por la CUP una organización antisistema que entre otras joyas tiene un concejal en el Ayuntamiento de Barcelona que ha propuesto expropiar la catedral para convertirla en un economato.
Son miles los ciudadanos que se han dejado reclutar para una aventura política ajena a las reglas de la democracia. Una aventura que ha provocado una fractura de la sociedad catalana. El Gobierno de España dispone de los instrumentos legales para impedir la celebración de un referéndum a todas luces ilegal. Pero no acaba ahí el problema porque Puigdemont, el presidente de la Generalitat, anuncia que el 1 de Octubre intentará celebrar la consulta. Busca el choque con el Estado a sabiendas de que el pulso lo tiene perdido, pero esa derrota nutrirá el relato victimista tan del gusto de los separatistas.
Lo preocupante del naufragio del proceso separatista no es el destino procesal de los aventureros que lo han impulsado, lo que inquieta es la frustración que dejará en los miles de ciudadanos que se han apuntado a este viaje a ninguna parte. Lo que debería preocuparnos es lo que puede pasar a partir del 2 de Octubre.


 







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