Treinta años a dos velas

Jesús Escamez Berenguel
01:00 • 19 jul. 2017

El pasado 22 de Junio (de 2017) tuvo lugar una de las manifestaciones más multitudinarias que se recuerdan en Almería en lo que se refiere a demandas colectivas hacia nuestros gobernantes. Incluso nos atreveríamos a decir que fue la más concurrida de cuantas han tenido lugar con reclamaciones restringidas al ámbito local/regional, y cuyo objeto no podía ser otro que la carencia de infraestructuras ferroviarias competitivas con cualquier otro medio de transporte.
Resulta sorprendente cómo esta vez parte de la vecindad sí ha respondido tras varios intentos fallidos, más aún si en esta ocasión no ha existido un detonante claro, es decir un agravio más acumulado de tantos, sino que tal vez hayamos dado un paso más y nos hayamos dado cuenta de que realmente la falta de una línea de tren y consecuentemente de los servicios que por medio de ella se puedan prestar es un lastre que no afecta sólo en nuestra elección del medio que prefiramos escoger para viajar, sino que a largo plazo supondrá un lastre para los sectores que mayoritariamente sustentan nuestra economía, que son la producción y exportación de hortalizas por un lado, la manufactura de productos en piedra por otro y el turismo por último. 
En todos los casos el transporte es un factor crucial: Un turista siempre va a elegir un destino al cual tarde lo menos posible en llegar, con más razón si cabe si dispone de pocos días, lo cual ocurre con más frecuencia –fines de semana y puentes- que unas vacaciones más o menos largas. Del mismo modo, a nuestra producción de hortalizas o productos del mármol le costará cada vez más llegar por carretera a su destino debido a su mayor consumo energético respecto del ferrocarril, lo cual obligará a que el precio en origen de nuestros productos tenga que ser rebajado.
Bajo estos augurios, ya sería normal que la ciudadanía de toda la Región de Almería se manifestase, pero si alguna persona de entre todas las aludidas se declara incapaz de prever las consecuencias de no contar con servicios ferroviarios competitivos en un futuro a medio plazo -o al menos incapaz de estimarlas-, podrá al menos atender a razones de carestía inversora en nuestra región, echar la vista atrás y percibir cómo en los últimos treinta años no se ha producido ninguna mejora manifiesta en los pocos kilómetros de vía férrea con que contamos.
En efecto, el día anterior a la manifestación, el 21 de Junio, se cumplían 30 años desde la inauguración de la conocida como variante de Nacimiento, un nuevo tramo entre la Estación de Doña María y la de Gérgal, que sustituía al existente entre ambas estaciones puesto que este tramo penalizaba bastante la explotación del tráfico de mercancías de mineral de hierro debido a la existencia de dos duras rampas en ascenso para los trenes cargados en sentido hacia Almería. 
De los detalles de la apertura de este tramo se pueden encontrar más detalles en un artículo de la desaparecida revista “Trenes hoy” pero que en formato electrónico se encuentra disponible en la hemeroteca de la revista Vía Libre, titulado: “Línea de Linares a Almería. La penosa ruta del mineral por el desierto, buscando el mar”. 
El interés de recordar la inauguración de este tramo, salvando el hecho de que entró en servicio tres días antes de su inauguración, reside en que desde entonces no se ha producido ni una sola mejora de trazado de las vías de ferrocarril que contamos como disponibles, ni por supuesto tampoco se ha restablecido conexión ferroviaria alguna con el resto del Levante Español; conexión que vale recordar desapareció dos años y medio antes de esta inauguración.
Desde entonces, hay que repetir, ninguna mejora del trazado; sí alguna mejora en la seguridad, como la implantación del CTC (Control del Tráfico Centralizado) en el año 1991, o como la eliminación de algún paso a nivel en Gérgal, Benahadux o Almería, aunque en la propia Almería o en Gádor queden aún más pasos a nivel que solventar.
Treinta años es rápido de decir, pero es casi un tercio de siglo y más de la tercera parte de la esperanza de vida de un(a) habitante de este país; demasiado tiempo para soportar no percibir ningún progreso mientras a nuestro alrededor se van consiguiendo mejoras. 


 







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