Tuve ocasión de preguntarle a Rajoy, en su última comparecencia informativa del curso político este viernes, por sus perspectivas para el mes de agosto. Más allá, por supuesto, de sus amados paseos por la magnífica 'ruta da pedra e auga' pontevedresa. Me refería, y así se lo dije, a ese extendido rumor, o más bien hipótesis de trabajo, que especula sobre una posible convocatoria electoral por parte de Puigdemont el próximo día 8, haciendo coincidir esas elecciones autonómicas -constituyentes, las llamaría él- con el intento de referéndum secesionista: dos urnas en los colegios electorales. Pregunté al presidente si tiene un plan B, incluso un plan A, para el caso de que el molt honorable llevase a cabo un plan semejante, tan ajeno a la legalidad, y si piensa Rajoy que la oposición, es decir, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias -porque Rivera seguro que sí- apoyaría este plan B/A.
Ya se sabe que Rajoy odia dar titulares, independientemente de que este viernes nos informase de que presentará un recurso de inconstitucionalidad contra la reforma del reglamento del Parlament catalán, ideada por Puigdemont para facilitar la aprobación de las 'leyes de desconexión' con España. Así que la respuesta del presidente fue la misma que antes había dado a otros compañeros: no habrá referéndum -fue, de lejos, la palabra más repetida de la comparecencia informativa- y punto. Así que ni planes A, ni B, ni nada. No habrá referéndum. ¿Cómo lo impedirá? Eso ya se verá, que no es Rajoy persona que ande adelantado lo que hará o deje de hacer.
También pregunté al presidente acerca de otra posible fecha conflictiva para este agosto: quise saber si él cree que habrá, o no, sesión plenaria del Congreso, como han pedido PSOE y Podemos, para que informe sobre los casos de corrupción pasada del PP. También le interrogué acerca de si ha hablado con el Partido Nacionalista Vasco para que este, con sus votos, decisivos en la junta de portavoces de la Cámara Baja, haga que la convocatoria del tándem Sánchez-Iglesias sea rechazada. Pues no, parece que tampoco ha hablado con el PNV sobre este particular. Y, en todo caso, se limitó a opinar que "todo lo exagerado (tanta convocatoria parlamentaria para hablar sobre lo mismo) acaba por ser irrelevante" y que "la ansiedad es mala consejera", en clara referencia a lo que en Moncloa llaman 'las prisas' de los líderes socialista y podemita por llegar al palacio presidencial.
Quienes ya, por años en el oficio, vamos conociendo a Rajoy, difícilmente podríamos haber esperado mucho más de su aparición ante los medios tras un período de sesiones especialmente denso, y que incluyó la comparecencia, esta semana, del presidente para testificar ante el tribunal del 'caso Gürtel'. Hubo largas referencias a lo bien que va la economía, pero pocas, muy pocas, alusiones a este episodio judicial, acerca del cual Rajoy ni siquiera quiere verbalizar el término 'corrupción'. Simplemente, insiste en que colaborará con la justicia, y sospecho que nadie le apartará un milímetro de esa senda. Bueno, nadie le apartará ni un milímetro tampoco de sus otras sendas, sean de la clase que fueren, comenzando por sus recorridos por la de la pedra e auga con su amigo Benito, el marido de la presidenta del Congreso. Y es que ya lo dice él mismo: Mariano Rajoy Brey es una persona previsible. ¿Cómo esperar grandes novedades en su actuación, aunque se hunda el mundo, que tampoco es para tanto?
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