Puñalada trumpera contra las aceitunas españolas

A. R. Mendizábal
01:00 • 09 ago. 2017

En 1995, el mis­mí­simo Donald Trump pro­ta­go­nizó un spot de TV ves­tido con un im­pe­cable smo­king. Atuendo quizás ex­ce­sivo para vender una pizza, que se zam­paba con su ele­gancia ha­bi­tual. Pues en este 2017, ya sea ves­tido de eti­queta o con chan­clas y ber­mudas de ve­rano, puede que no tenga ya opor­tu­nidad de re­petir el placer de aquella Pizza Hut. Él mismo lo ha pro­vo­cado, al elegir a España como el país ideal y más débil para pe­lear con la Unión Europea.
El secreto está en las aceitunas. La aceituna de mesa. Concretamente, la aceituna negra española que entre otras muchas misiones ostenta la de sublimar el sabor de la pizza y de tantas otras delicias en todas las mesas, bares y restaurantes del mundo.
Hablando de misiones, esto es lo que escribían Salvatore Manna y Terry Beaudoin hace apenas tres años en su libro ‘Aceitunas en el campo dorado de California’: ‘El 1 de julio de 1769, la expedición dirigida por Gaspar de Portolà, gobernador de California, y Fray Junípero Serra llegó a su destino: San Diego. Allí, el padre se quedó para levantar la Misión de San Diego de Alcalá, la primera de las 21 misiones de California’. Ese año de 1769 se cita habitualmente como la consolidación del olivo en aquellas tierras.


California Pero fue mucho antes. En el mismo libro se lee: “Sacerdotes como el padre franciscano Martín de Valencia, que plantaron olivos cuando llegaron a Nueva España en 1524, fueron responsables del cultivo de olivares que se extendieron por Baja California. Los misioneros jesuitas tomaron el relevo 50 años más tarde. Y un siglo después, el padre Juan María Salvatierra fundó en 1697 una misión en Loreto al este de Baja California, y luego cinco más. Los esquejes que sembró procedentes de plantaciones en torno a Ciudad de México serían con el tiempo la fuente inmediata de los primeros olivos en lo que los españoles llamaban Alta California”.
Otro libro cuya autora es Judith Taylor, publicado el año 2000 que se considera como la historia definitiva del olivo en EEUU, cuenta que en 1842, “un visitante a la Misión de San Fernando vio cómo los edificios estaban en ruinas pero que el olivar rebosaba de aceitunas”. El relato explica cómo ha sido el desarrollo del olivo en California y cómo ahora los mejores olivares no están en el sur, ya agotado, sino en el norte del estado.
Lo que no cuenta ninguno de esos libros es que este pasado viernes se ha consumado la primera de las tres etapas de la guerra comercial de EEUU contra la aceituna española por supuesta ‘competencia desleal’ y ‘subvenciones injustas’. Para ir al grano: es una guerra comercial contra la UE. La excusa de las aceitunas no pasa la prueba del nueve.


Aceitunas de Mesa La Comisión de Comercio Internacional ha dado vía libre a la demanda de la Coalición para e Comercio Justo de Aceitunas de Mesa, formada por las productoras californianas Bell-Carter Foods y Musco Family Olive, y presentada el 22 de junio. Se quejan, ahora y no antes, de la PAC, de la Política Agrícola Común, que está en la raíz de lo que es la Unión Europea. Ahora, y no antes.
Hasta la llegada de Trump no habría mayores problemas, entre otras cosas porque no se trata de un problema de precios “por debajo del coste de producción”, como aducen en un poco creíble argumento sobre exportaciones a pérdida. Como si los productores fueran idiotas. No, el problema tampoco es de saturación, porque la aceituna española ni es rival ni tiene rival: España exporta más de la mitad de las 150.000 toneladas de aceitunas importadas por Estados Unidos. En concreto, 80.200 toneladas. Y la producción total de Estados Unidos no llega ni a esas 80.000 toneladas…
Así que probablemente es un problema de calidad y de atomización del cultivo que reduce la competitividad. En California hay unos mil productores que se reparten unas 50.000 hectáreas de olivares. Unas cifras infinitesimales: España tiene 2,6 millones de hectáreas de olivares.
Y aquí entra la pizza. Como cuentan Agnieszka De Souza y Alan Bjerga en Bloomberg, “las aceitunas españolas son el último objetivo comercial de Trump”. Esas aceitunas maduras negras de mesa son las que se utilizan en millones y millones de las pizzas que se consumen a diario en Estados Unidos. La agencia especializada en información económica y financiera incluye la guerra de Trump a las aceitunas españolas en la lista de productos y países ya tiroteados por el proteccionismo populista de Trump: desde el acero chino a la madera canadiense.




Puñalada La puñalada trumpera puede hacer mucha pupa. EEUU es el destino del 24% de las exportaciones españolas de aceitunas. En total, unos 350 millones de euros. Tras la admisión a trámite de la queja de los productores norteamericanos, la segunda fase determinará más o menos en septiembre si hay dumping, y la tercera, hacia noviembre, si las provisiones de la PAC son beneficios injustos. La Comisión ya se ha puesto de parte de España, pero a ver hasta dónde llega la solidaridad.
A estas altura viene Trump con esas. Ante el ataque irracional del tuitero mayor del mundo, ¿va a ir el presidente Mariano Rajoy a Washington el mes que viene para hacerse una foto en la Casa Blanca como si tal cosa?






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