El domingo pasado leí en La Voz un artículo muy interesante de su Director, Pedro M. de la Cruz, en el que transcribía parte de sus conversaciones con Juan Díez-Nicolás, sociólogo de cabecera de Adolfo Suárez, fundador del –hoy famosísimo- CIS, y Subsecretario en el gobierno de UCD de 1979 a 1981, por lo que formó parte del “Gobierno de Subsecretarios” que gobernó la sinrazón de la noche del Golpe del 23-F mientras el Gobierno auténtico estaba secuestrado en el Congreso.
Hay, sin embargo, una afirmación del señor Díez-Nicolás que no comparto: tras la dimisión de Suárez y la designación de Calvo Sotelo como candidato a la Presidencia, “Suárez, con su audacia de siempre, había abortado el golpe. La operación constitucional para hacer presidente a Armada había sido derrotada. Nadie que hablara en nombre de UCD cuando el Rey llamara a consultas a los grupos parlamentarios podría dar otro nombre que no fuera el de Calvo Sotelo.” ¡Si era indiferente el candidato, la historia iba por otro lado! Por ello, la Operación no sólo no fue derrotada sino que se precipitó, pues estaba prevista para marzo, “cuando florecen los almendros”. ¿Una prueba? Armada –gobernador militar de Lérida- le dijo a Marta Ferrusola -hoy conocida como la madre superiora- cuando le preguntó cómo enfocaría Calvo Sotelo la cuestión autonómica: “¿Sabe, señora? No creo que Calvo Sotelo llegue a ser Presidente”.
La “Operación Armada” se montó en nombre y en interés del rey. El propio Armada lo repitió hasta la saciedad: “antes, durante y después del 23-F estuve a las órdenes del rey”. Le era muy cercano: Marqués, Preceptor cuando era príncipe, 17 años Secretario de Casa del Rey hasta que Suárez le obligó a cesarle por desleal. Ya condenado, el rey firmó pronto su indulto a propuesta del Ministro socialista de Justicia, Enrique Múgica, con quien se veía en Lérida e iba en su Gobierno. ¿Por qué hay gente que dice que el puzzle no encaja?
¿Mis fuentes? Suárez, Calvo Sotelo y Carmen Díez de Rivera, que tenía una hermosa casa en Carboneras y gustaba de pasear por la playa. Y, claro, todo lo muchísimo que he leído sobre el tema. La bibliografía es, ya, amplísima.
En el verano de 1986, de vacaciones en Lanzarote, coincidimos con Adolfo Suarez. Cada tarde íbamos a sus mítines y, luego, cenábamos y hablábamos. Pero una de las tardes me cogió del brazo y, dando un paseo, me contó la “Operación Armada”. Tal vez influyó en ello que su nuevo Partido, el CDS, hubiese tenido unos magníficos resultados electorales y él sintiese una especie de necesidad de soltar la amargura de su última etapa en UCD, rodeado de traidores, de “cuerpo a tierra, que vienen los nuestros.”
Suárez dimitió para evitar el Golpe militar –se produjo 25 días más tarde-, que conocía, cuando el rey se empeñó en trasladar a Madrid a Alfonso Armada como Segundo Jefe de Estado Mayor del Ejército.
Anunció la dimisión a Calvo Sotelo el día 26 de enero de 1981, al rey el 27, y el 29 la hizo pública en su célebre discurso televisado.
El mismo día se designó a Calvo Sotelo como sucesor, pero el rey no lo comunicó al Congreso hasta el 11 de febrero. Un plazo extra para los que necesitaban acelerar la “Operación Armada”.
El Golpe se diseñó como una solución constitucional, un trasunto de la famosísima “Operación De Gaulle”, organizada en Francia en 1958 para evitar un golpe de Estado militar, y lograr que la Asamblea Nacional, democráticamente, eligiese primer Ministro al General. En España, el 23-F lo habría hecho con el General Armada. Y todo, insisto, para salvar la Corona y conforme a la Constitución, pues su artículo 99.3 dice que el nombrará Presidente al candidato propuesto por el Congreso de los Diputados. Por ello, estando vacante la Presidencia del Gobierno por la dimisión de Suárez y no elegido –todavía- Calvo Sotelo, si el Congreso, en vez de a éste, hubiese propuesto al General Armada, éste habría sido un Presidente constitucional.
Una fraudulenta y truculenta perfidia, pero por ese camino anduvo la cosa.
Tejero fue, sólo, un instrumento, un tonto útil de los operadores.
¿Una prueba? El General Andrés Cassinello, en una entrevista concedida a “El País” el 18 de mayo de 2008, dijo “Tejero salió del Congreso diciendo: “Yo tengo ganas de que alguien me cuente qué es lo que ha pasado”, lo que éste repitió en su Juicio: “espero que alguien algún día me explique lo que fue el 23-F” .
En el polvorín que era UCD está el germen del mal llamado Golpe de Estado del 23-F: más bien, un Golpe del Estado –encarnado en el rey- contra la política de Suárez: el rey no estaba dispuesto a perder la corona porque España se convirtiera en un rompecabezas de nacionalidades, y laico. De hecho, Jordi Pujol dice en sus Memorias: “el golpe de Estado no fracasó del todo. En Cataluña hubo un antes y un después de aquella fecha y de aquel hecho”. Lo estamos sufriendo en estos días. La relación entre el rey y Suárez se había –la habían- hecho imposible, y deseaba deshacerse de él, presionado por las Fuerzas Armadas, que se sentían engañadas por la legalización del PC e inquietas con las autonomías; la situación social y económica: el terrorismo -88 muertos en 1980-, el paro, la inflación -el 44%-, la Iglesia, alzada contra la ley del divorcio; la banca, la prensa… Hasta Tarradellas dijo que había que dar un golpe de timón.
El propio -y prudente- Sabino Fernández Campo, Secretario de la Casa del Rey, dijo en el otoño de 1980: “habrá próximamente un gobierno de concentración presidido por el general Armada” con el fin de reformar la constitución, el sistema autonómico, la ley electoral, erradicar el terrorismo… El propio Armada confesó: “En el CESID todos me empujaban mucho.”
Estuvieron de acuerdo PSOE, CD (Fraga), PC, UCD y PNV, que tendrían ministros en ese Gobierno, con Felipe González de Vicepresidente.
Y la prensa empezó a hablar de “la que se va a armar”, “el que la tiene armada”, “la Policía Nacional que antes se llamaba Armada…” ¡Era todo tan claro!
Y le doy tres fechas: el 29 de enero Suárez anuncia su dimisión; el 4 de febrero, el BOE publica el nombramiento de Armada como Segundo Jefe de Estado Mayor; y el día 21 Armada da el Golpe. ¿Le encaja?
Y resumo: Tejero hizo lo que le habían ordenado Miláns y Armada hasta que a las 23’30 éste se presentó en el Congreso y le dijo: “Ahora tiene que restituir a los diputados en sus puestos y retirar la Fuerza, porque voy a entrar a proponerles la formación de un gobierno presidido por mí”.
El Guardia Civil le pidió que le diera la formación del Gobierno, lo que supuso el fin de la, digamos, Operación: Tejero se indignó al ver a ministros comunistas y socialistas. Llamó a Miláns, quien le dijo que obedeciese a Armada que, a su vez, lo hacía al rey. Tejero rompió la baraja y le negó a Armada el paso al hemiciclo. Le dijo que primero lo mataba y luego se suicidaba.
Armada se marchó, con las orejas gachas. Llamó al rey -mudo toda la tarde- que esperaba la noticia e, indignado, ordenó que se emitiese el célebre mensaje “salvador”, televisado a la una y pico de la madrugada.
Paradójicamente, lo que acabó con el Golpe fue la negativa de Tejero, que se sintió burlado. Tenía razón cuando dijo “espero que alguien algún día me explique lo que fue el 23-F”.
Está claro que, en contra de lo que afirma Díez-Nicolás, la dimisión de Suárez no derrotó a la Operación Armada. La hizo posible.
Todo, claro, es mucho más largo de contar.
… Y la Constitución cumple el miércoles 39 años.
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