La Alcazaba, mejor en Cádiz o en Sevilla

A lo largo de los últimos mil años, la Alcazaba de Almería ha sobrevivido a guerras, terremotos, restauraciones pintorescas y otro tipo de catástrofes naturalmente humanas. Sin embargo, lo que no está muy claro es que el conjunto monumental que dibuja el horizonte de nuestra ciudad desde hace más de diez siglos pueda recuperarse de la invasión administrativa que sufre por parte de la Junta de Andalucía. Ya saben que uno de los recursos-trampa más usados del periodismo especulativo es jugar al “que habría pasado sí”, porque sitúa el escenario de la realidad en terrenos acotados por la conjetura. Ahora bien, si yo planteo qué habría pasado con la Alcazaba si en lugar de Almería estuviera en Sevilla, se desata un vendaval teórico que sobrepasa los razonables límites de la teorización y el juego de espejos. Aportaré ahora un dato: en los últimos diez años, la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía apenas ha destinado un millón y medio de euros al mantenimiento del principal monumento de Almería,  mientras que Baelo Claudia, en Cádiz, e Itálica, en Sevilla, han recibido mayores inversiones pese a que reciben un menor número de visitantes. Y ahora que conocen los detalles, vuelvo a lanzar la pregunta. ¿Qué pasaría con la Alcazaba si en lugar de en Almería estuviera en Cádiz o en Sevilla? ¿A que ya se lo plantean de otro modo? De ahí mi argumento de que a este paso la misma Alcazaba que resistió asedios, movimientos sísmicos y el paseo de arquitectos con vocación secreta de califa, no parezca tener demasiadas posibilidades de acabar sobreviviendo al trato displicente que le propina la Junta de Andalucía, dueña celosa del conjunto monumental y que practica un proteccionismo cortijista, limitándose al eterno parcheado circunstancial cuando la actualidad se deja caer con un desprendimiento. Y de las eternas humedades, qué quieren que les diga: mejor no mirarlas.