En el balance ferroviario de 2017 hay que destacar tres cuestiones: el protagonismo del ministro de la Serna, la petición de perdón del PP por el abandono al que hemos estado sometidos, y la exigua partida que se nos adjudicó en los Presupuestos del Estado, mientras se entregaban suculentas tajadas a los nacionalistas vascos y canarios.
La carencia de partidas presupuestarias es demoledora, porque sin fondos no hay progreso, y todas las alarmas se disparan ante la amenaza de que se prorroguen esas míseras partidas para el próximo ejercicio. Por otra parte el perdón solicitado exige propósito de la enmienda, concretado en mejoras que inviertan la situación. En ese sentido hay que analizar si las propuestas del ministro suponen mejoras y en qué.
Según la propaganda política se nos ha empezado a tomar en serio. El ministro ha traído dinero para rehabilitar la Estación y para soterrar el paso del Puche, ha licitado los proyectos del Corredor Mediterráneo a Murcia, y ha comprometido un calendario que incluye la modificación de la línea a Granada. Estas son las luces aportadas por el Sr. de la Serna, pero no están exentas de importantes sombras.
Las inversiones en la Estación y en el Puche son importantes y bienvenidas, pero hay que aclarar que ambas llegan con un considerable retraso. La Estación es un edificio monumental en riesgo de ruina, que lleva doce años cerrado, y cuya declaración como BIC se inició en 1982 y aún no se ha conseguido. Tampoco se conoce su uso final. Por su parte el paso a nivel del Puche es una trampa urbana cuya eliminación se inscribe en el Plan de Seguridad del Ministerio de Fomento redactado en el 2005.
Ambas cosas se nos han vendido como logros importantísimos, y lo son, pero con matices. Son obras de imperiosa necesidad, que habría que haber ejecutado hace bastante tiempo, y que están ligadas a un problema fundamental para esta ciudad: la integración urbana del ferrocarril y su acceso al puerto, que llevan más de veinte años planteados y para los que sigue sin haber ni modelo, ni un plan definido y claro.
Esperemos que 2018 sea el año en el que la Sociedad Almería Alta Velocidad se decida a cumplir sus fines, tras siete años de inacción absoluta. Pero lo más grave es que el compromiso de ejecutar esas importantes y justas obras suena a maniobra de distracción respecto de los grandes temas de nuestra problemática ferroviaria, que son la mejora inmediata de nuestras conexiones, y la llegada de la Alta Velocidad lo más rápidamente posible.
La mejora inmediata no sólo no está decidida, sino que por el contrario no se van a cumplir los compromisos que podrían facilitarla, como el cambiador de ancho de vía en Granada y la mejora de la línea por Guadix y Moreda. El Sr. de la Serna ha sustituido ambas cosas por un plan de mejora de la línea actual para 2024 manteniendo el trazado existente, con pendientes que duplican las recomendadas por Adif para tráfico de mercancías, y radios de curvatura que son un tercio menores de los necesarios no ya para AVEs, sino para velocidades dignas del siglo XXI.
En cuanto al Corredor Mediterráneo tampoco debemos renunciar a que esté prevista la ejecución rápida de la segunda vía en cuanto sea necesaria, que lo será, a pesar de las contundentes afirmaciones del ministro de lo contrario. Ni en la línea a Granada ni en ésta debemos renunciar a que las cosas se hagan mejor de lo previsto y con mayor celeridad. No podemos seguir hasta 2024 con los nefastos servicios ferroviarios actuales, ni aceptar contrapartidas, ni distracciones, ni engaños
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