Da la sensación de que el tiempo de la imaginación se está desmoronando. Y que la Cultura oficial ha impuesto unas condiciones muy severas. Tanto, que apenas queda sitio para lo contracultural por libre, para la realidad cultual personalizada. Y Almería no iba a ser una excepción, frente al sistema del espectáculo como norma que nos domina.
La cultura se ha convertido en un espectáculo de ocio. Es la pretensión de la cultura oficial, como sistema que se ha apoderado de la realidad social, con todos sus individuos rodeados sin posibilidad apenas de escapada. Siempre queda, de todas formas, la alternativa del silencio de la rebeldía secreta o en confrontación, de la resistencia. Cada uno impone su estrategia. Es la manera de escapar de este lamentable espectáculo triunfante para poder abordar, con la palabra libre, una nueva dimensión en torno al arte, la literatura, el teatro, el cine, la música, la fotografía, la danza, el cante jondo, la canción , el grito de la poesía. Y así poder liberarnos.
La cuestión es indagar cómo se desarrolla la realidad cultural en Almería, cómo actúan las instituciones, dónde están sus autores, cómo ejercitan la resistencia, cuando no la docilidad de entregarse a la imposición del sistema para sobrevivir y sacar partido. Por ejemplo, cómo emerge el poder de la imagen en torno al cine, como valor de transformación cultural, con una visión crítica de la realidad, al margen del establecimiento de una industria que permita recuperar aquellos tiempos, sobrevalorados en ocasiones, de los rodajes de películas en Almería. Cuál es el valor del paisaje, cuando lo que se pretende imponer es la rentabilidad, y crear un esclavo más de las ideas.
La Universidad, salvo excepciones personales, se va transformando en un instrumento de aprendizaje de oficios para garantizar la colocación, dejando fuera de lugar el sentido de la formación personal, de la construcción de una sociedad con sentido del pensamiento crítico que imponga la transformación social, precisamente el ser universitario y su lógica universal.
La información permanece en general camuflada, confusa, desvirtuada entre tantos disfraces de carnaval. La información falseada se convierte en poder, frente a la apatía de la calle. La información se ha canalizado casi exclusivamente por las redes, en medio de una multitud sin identidad, donde el móvil es el rey, que ha convertido la calle en un territorio de robots, de autómatas que circulan con una aparente felicidad, que es falsa. Con una multitud apisonada en los centros comerciales sin ver la luz, sin contemplar el cielo, el paisaje, las montañas o el horizonte. Sin conciencia del futuro. Y siempre sonrientes, ignorantes de la esclavitud y la cárcel del entorno.
Por eso, hoy más que nunca, es muy urgente preparar en secreto la gran evasión desde la resistencia. No hay más remedio que fugarse de la cárcel, cueste lo que cueste.
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