Hace muchos años, mientras estudiaba la carrera de Ingeniería T. Agrícola en la Universidad de Almería, leí una historia sobre campesinado en Brasil, decía que con los cambios políticos y agrarios en el país, los campesinos y campesinas habían empezado a ser propietarios del campo que trabajaban, y como símbolo de este cambio llevaban un anillo de coco, un símbolo sin valor material pero de gran fuerza, porque nos recuerda quién alimenta realmente al mundo y cómo podemos erradicar el hambre en el mismo.
¿Nos hemos preguntado realmente quién alimenta al mundo? Vandana Shiva, doctora en física cuántica, filósofa y activista ambiental, con una gran trayectoria en reflexiones sobre el ecologismo y ecofeminismo, siendo además una incansable activista que lucha por la justicia económica, alimentaria y de género. En su último libro, publicado por la Editorial Capitán Swing, se hace esta pregunta, y la respuesta va a depender de dónde pongamos la lente con la que miremos, porque incluso lo que es alimento y lo que es mundo es diferente según en qué parte de éste nos encontremos. Sólo un 30% del alimento que se consume procede de las grandes explotaciones agrarias industrializadas, el 70% restante se produce en pequeñas explotaciones agrícolas, donde las campesinas,la mayoría son mujeres, cultivan una pequeña porción de tierra. En 1995 las Naciones Unidas calcularon que la agricultura industrial había llevado a la extinción a más del 75% de la agrodiversidad (diversidad que se encuentra en la agricultura), Vandana estima que esta cifra puede haber llegado ya al 90%. Esta destrucción ecológica y de capital genético se justifica diciendo que hay que erradicar el hambre del mundo, a pesar de que el hambre en el mundo no para de aumentar. Mil millones de personas pasan hambre, dos mil millones sufren enfermedades que tienen que ver con la alimentación. El sistema de agricultura industrializada, escribe la dr. Vandana Shiva, fomenta el hambre: contribuye en un 25% al sistema alimentario, mientras consume un 75% de los recursos de la Tierra. Este sistema agrario considera a la tierra como una materia inerte, los suelos se convierten en infértiles por lo que va devorando nuestro pasado y nuestro futuro. Ella propone una Ley de la Devolución, que es un cambio de paradigma y emergente que se adecua a los ritmos de la Naturaleza, centrándose en los pequeños agricultores, sobre todo en las mujeres. Reconociendo el potencial de las semillas y los suelos fértiles para alimentar a la humanidad y al resto de especies de la Tierra. La justicia y la sostenibilidad fluyen gracias a la localización de la producción de alimentos. Y la Agroecología se convierte en el camino para la alimentación, para la erradicación de la pobreza, para la vuelta de la vida a las zonas rurales, etc. Hay que cuestionar el sistema agrario de subvenciones, que tira alimentos, que no es justo socialmente ni con la tierra. José Luis Porcuna Coto, doctor en Ingeniería Agrónoma, miembro del Servicio de Sanidad Vegetal de la Generalitat Valenciana y experto en Agroecología y protección vegetal, nos recordó en La Casa Encendida, que el 60% de los alimentos proviene de la lluvia y que entre un 25-30% siempre se pierde de cosecha. En algún momento nos han hecho creer que no dependemos de la tierra cuando provenimos de ella y dependemos de ella, es un lugar vivo e incluso sagrado, como lo afirma, entre otras personas, el Papa Francisco en su encíclica “Laudato si” ¿Por qué la contaminamos? Me pregunto entonces: ¿por qué no crear Ministerios de Agroecología si la comida es salud y alimento?
En la entrevista que ofreció Vandana Shiva al programa de Radio 3, El Bosque Habitado, le preguntó su directora, la periodista María José Parejo Blanco: ¿Qué consejos le daba a la juventud para un futuro más justo, solidario y sostenible? Y ella dijo sonriendo y luminosa: “Que la juventud pierda el miedo al trabajo en el campo porque cultura viene de cultivar”, y añadió que en cualquier rincón planten “Jardines para la Esperanza”, jardines que alimenten a todos los seres de este planeta. Un lugar para cuidar y compartir, un lugar para la belleza y la revolución. Un jardín donde cultivar la constancia, la belleza y la creatividad.
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