Rebuscando en el callejero

Me imagino que más de uno esbozaría una sonrisa al leer en LA VOZ DE ALMERIA el patinazo que había pegado un senador de Compromís en las Cortes Valencianas, Carlos Mulet, que  en cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, o Memoria Democrática o como demonios quiera llamarse ahora, exigía al Ayuntamiento de Tíjola el cambio de denominación en la Avenida de José Antonio de dicha localidad. El atribulado senador confundía al fundador de la Falange con un querido empresario gasolinero local, desaparecido hace unos años y en cuyo honor se nombró dicha calle. Uno se imagina al desocupado senador rastreando febrilmente nombres indeseables por los callejeros de media España y lo menos que puede hacer es reírse. Lo que pasa es que no es la primera irrupción del señor Mulet (Senador del Reino a todos los efectos retributivos) en el palmarés del despropósito. Este Mulet fue el mismo que en sesión plenaria rompió con alarde escenográfico una fotografía de la Presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, llamándola “Gusana Díaz”, diciendo de ella que le daba asco. Seguramente ya les suena el caballero. Y fue el mismo majadero que no tuvo mejor ocurrencia que preguntar al Gobierno por los protocolos en caso de un apocalipsis zombi. Bueno, pues esto es lo que se ha votado y lo que la gente ha querido. Y yo no sé si estamos ante unos síntomas que nos permitan hablar de la zombificación de las instituciones, pero ya ven que de un tiempo a esta parte se nos han llenado los escaños de cargos públicos que detestan el sistema, pero que no renuncian al sueldo y que viven volcados en el espectáculo, en el camiseteo y en la provocación. Algo que deberían asumir los que han votado a semejantes perfiles y quienes, también con su voto, consienten que todos estos intrépidos de la posverdad tengan la proyección pública y la relevancia que tienen.