El dedo de Carles Puigdemont

Antonio Casado
07:00 • 12 may. 2018

Entre los muchos imitadores del dedo de Franco, como metáfora del ordeno y mando que sobrevivió a la democracia e inspira a los charlatanes del populismo que nos invade, nadie brilló tanto y en tan poco tiempo como Carles Puigdemont.


Ya lo hizo con su sucesor en la alcaldía de Gerona en enero de 2016. Designación digital pura y dura. Y acaba de repetirlo con quien será el 131 ‘molt honorable’ presidente de la Generalitat. Eso sí, con carácter “provisional” y sin derecho a usar el despacho de su padrino político. Como lo oyen, el oráculo de Berlín espera su momento y dice que no ha renunciado en absoluto a recobrar el trono. Qué pesado.


Ahora la incógnita es la de saber si el delfín acabará confiscando la cerradura del número 4 de la plaza Sant Jaume. El agraciado, que responde al nombre de Joaquim Torra (Blanes, 1962) y ha sido visto como un “hombre de paja”, es un fijo en todas las actividades relacionadas con la trama civil del golpe al Estado español desde 2011. Las asociativas y las culturales. Ha pasado tanto por Omniun Cultural, de la que llegó a ser presidente, como por ANC. Y como hombre de letras, ha desempeñado cargos públicos en centros de estudios del Ayuntamiento de Barcelona y la propia Generalitat.



 El tiempo dirá si apuesta por una razonable recuperación del autogobierno y hasta qué punto se presta a ser una marioneta manejada a distancia por quien le acaba de designar sucesor. 

La noticia, por cierto, nos pilló este jueves mirando como idiotas el dedo de este imitador del general Franco. No solo en materia de nombramientos digitales. También van unidos por un inflamado amor a su respectiva patria. Con idéntica e intercambiable pasión por verla temida, honrada, una, grande y libre.





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