Españoles, Franco ha muerto… otra vez

Antonio Felipe Rubio
07:00 • 28 jun. 2018

Sin que le tiemble el pulso, y con la firme determinación que transmiten sus manos, Pedro Sánchez ha decidido dar nueva sepultura a un muerto que revive en la memoria de un incesante y militante revanchismo. Sánchez ha logrado elevar a hito más noticiable su postulado de “normalización” democrática con el infame argumento de mis muertos, tus muertos y ¡sus muertos! Nada mejor para solucionar los problemas de la gente que hurgar en heridas pretéritas de generaciones extintas por la tiranía biológica de la inexorable dictadura del paso del tiempo. 


Va a parecer instituido un rito de la izquierda celebrar la llegada al poder con un visible gesto gerracivilista. Zapatero ya lo hizo con la memorable cena-homenaje a Santiago Carrillo, dejando para los postres el levantamiento de la estatua ecuestre de Franco en la plaza San Juan de la Cruz. Cerca de ese emplazamiento se encontraba Zapatero y un nutrido grupo de invitados al XC cumpleaños de Carrillo. “Coincidencia sin más intención” fue que se “enterasen” durante la cena de las labores de eslingado y, de madrugada, fueron desfilando algunos y algunas de los 400 invitados a la cena para disfrutar del espectáculo; entre otros, Víctor Manuel, cantante entre cuyos hits destaca “Un gran hombre”, espectacular oda a Franco que el asturiano interpretaba con indisimulada pasión. En fin.


Actualmente, el Valle de los Caídos suele frecuentarse por un reducidísimo número de afectos nostálgicos. Son más los curiosos y algunos otros que dejan constancia de sus discrepancias ideológicas con creativa plasticidad. Pero ahora es cuando el Valle de los Caídos pasará a ser lo que dejó de ser: símbolo y sede de multitudinarias performances que rememoren la “conquista democrática” del receloso revanchismo. 



Es lamentable que la política no siga las mismas reglas que las matemáticas: el gerracivilismo es inversamente proporcional al paso de los años. Es decir, entre 1975 y 1978 se pudo gestionar la Transición, etapa que pasaba página sobre la indeseable latencia de la Guerra Civil (1936-1939). A partir de 1982 Felipe González pudo gobernar sin las rémoras del pasado como argumento de confrontación. No hizo falta apelar a alianzas de civilizaciones, memorias históricas y otros artificios que volviesen a despertar iras y venganzas. Pasaron los años y, supuestamente, habría de sosegarse y templar el recuerdo de aquellas malditas dos Españas. Pero no. 

A mayor paso del tiempo aparece el más vívido recuerdo y la apetencia del vengativo resarcimiento. Y así podríamos -y podemos- denostar el Descubrimiento al aplicar el comportamiento actual al modo de pensar y actuar del siglo XV. No en vano, ya hay un grupo de cierta “configuración intelectual compleja” que apuesta por destruir el Acueducto de Segovia por representar la opresión del Imperio Romano. 



Y así podríamos reprochar al Australopithecus lo guarros, incivilizados y machistas que eran los precursores de nuestra especie. El problema reside en trasladar comportamientos del Pleistoceno a la sociedad actual. Y tampoco se coligen comportamientos de hace 82 años con los “avances” de la sociedad actual.


Siempre habrá un resquicio para denostar el Descubrimiento, la expulsión de los moros… y la Guerra Civil, vergonzoso baldón para los que aún pretenden aprovecharse de mis muertos y tus muertos para mantener vivo y productivo el sectarismo y la confrontación, aspectos que parecen ser clave para la pervivencia en el poder de mediocres e inopinados dirigentes. Zapatero necesitaba el corifeo que solapase su inutilidad. Recuerden la “ceja”, el cine, la cultura y el artisteo mediocre y subvencionado. Ahora la técnica es más mediática: “Las manos del presidente marcan la determinación del Gobierno”. Insisto, siempre se exalta, a riesgo de traspasar las fronteras de la ridícula pleitesía, al más temible tirano o al más inútil con iniciativa.



Permítaseme una humilde contribución al ditirambo presidencial recordando la “Oda a Stalin” de Neruda: “Nacieron de sus manos cereales, tractores, enseñanzas, caminos, y Él allí, sencillo como tú y como yo (…) su estructura de bondadoso pan y de acero inflexible nos ayuda a ser hombres cada día”. En fin. Es una oda al mayor criminal comunista, campeón del genocidio de propios y extraños y, como era de esperar, un personaje inculto, insulso, machista, posible asesino de su propia hija Svetlana, criminal de la libertad… y ahí lo tienen, con ditirambos orgiásticos de los “demócratas” de izquierda y en la Necrópolis del Kremlin, que es como decir en Almería en la Puerta de Purchena -el Valle de los Caídos está en un cerro a 60 Km de Madrid-.


Sánchez ha revolucionado la moderna democracia con el desenterramiento de Franco  en julio (ya puestos, sea el 18). Magnífica oportunidad para el vicepresidente in pectore, Pablo Iglesias, para anunciar con sus dotes de interpretación lacrimógena: “Españoles, Franco ha vuelto a morir… y lo volveremos a enterrar”. Así reseteamos la historia. Y Franco, la Guerra Civil y la Memoria Histórica queda ahora más cerca para continuar viviendo de estas infames rentas. 



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