Sinfonía de prisas y pausas

Hasta bien entrado el S.XVIII, los músicos carecían de una referencia precisa a la hora de marcar los compases, lo que hacía que no siempre todo sonase exactamente igual a lo compuesto por el autor. Esto ponía muy nervioso a Beethoven, que era un tipo genial, pero bastante arisco y puntilloso. Un mecánico austríaco vino a solventar ese problema creando el metrónomo -del griego “metros” (medida) y “nomos” (norma)- que es ese aparato que se coloca encima del piano en las clases y que marca regularmente el tempo que permite a un músico mantener un pulso constante al tocar. En la política almeriense, la exclusiva del metrónomo la tiene el PSOE, que tradicionalmente se ha atribuido la potestad de marcar el compás en los asuntos de actualidad. No sé quién se lo permite o quién lo da por bueno, pero debemos destacar algunos casos del uso del metrónomo socialista. Por ejemplo, la diputada Sonia Ferrer, la misma que hace un año invitaba a los almerienses a manifestarse por un tren digno, dice ahora que hay que tener paciencia y esperar ese mismo tren. Del allegro al adagio en un golpe de batuta. Ahora sí, ahora no, porque lo digo yo. El compás de la actualidad es el que más conviene al PSOE, que ahora mete prisas al Ayuntamiento del PP para acabar la obra de la Plaza Vieja, cuando durante los largos años de inactividad y olvido en los que la obra fue responsabilidad exclusiva de la Junta atronó con su silencio cómplice. Ahora sí, antes no. Tic, tac, tic, tac. ¿Y las obras de la Casa del Mar que dependen de la Junta? ¿Hay prisas? Ahí no hay metrónomo, ni partitura que valga. Estamos en un compás de espera similar al de la Autovía del Mármol, en donde tampoco hay urgencias desde finales del siglo pasado. ¿Se imaginan que alguna de esas dos obras dependiera del PP? No habría pentagramas suficientes para escribir la sinfonía de furia que se le vendría encima por mantener en el olvido esas actuaciones. Así que nada. Sigamos escuchando a los amos y amas del metrónomo. Tic, tac.