Hipocondría

Quinta entrega de la serie de columnas ‘La mesa de al lado’

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Juan Pardo Vidal
20:17 • 01 sept. 2018

Yo estaba leyendo el periódico. La señora de la mesa de al lado tenía un berrinche que para qué. Le estaba contando a su amiga que su médica de cabecera se había jubilado y que la nueva no quería atender a su marido si éste no iba a la consulta. Al parecer hacía veinte años que su esposo no pisaba el ambulatorio si le dolía algo, simplemente le contaba a ella los síntomas, y ella, a su vez, se los explicaba con todo lujo de detalles a la médica. Fácil. Mejor que él, vamos. Con este sencillo correveidile el hombre no tenía que ir y ella podía charlar con sus amigas en la sala de espera. La médica que se acababa de jubilar tenía un ojo clínico que ni te cuento, siempre acertaba con el diagnóstico. Pero ahora estas médicas nuevas son tan profesionales que no quieren hacerlo y su marido dice que él no va y que no va. Que se pone malo si va al médico. Así que, aunque ahora le duele la cintura, con un dolor que le baja así y así desde los riñones hasta sus partes, con perdón, la médica dice que no le receta nada hasta que no lo vea personalmente. Y eso que le ha dicho que tiene náuseas y que le duele al hacer pipí. Que tiene su poquito de fiebre y que no ha querido ni comerse el potaje de acelgas esparragadas, imagínese usted cómo está de mal. Mire doctora, yo hago de conexión de Internet, como si fuera una teleconsulta, pero la fibra óptica soy yo. ¿Tan raro es eso en pleno siglo XXI? Pues dice la médica nueva que ni pensarlo, que no le va a mandar nada y que tiene que ir a su consulta o a urgencias. Una de dos. Y que no lo deje, le advierte.



Encima con amenazas. Es que son ganas de hacer gasto, la Seguridad Social está fatal. Pues así todo. ¿Eso no es negarle la atención médica a un español? Seguro que si fuera un inmigrante lo trataban desde la patera. Fijo. Pero si es que mi José, cuando vamos a un bar me pregunta  «Mari, ¿a mí me gusta esa tapa»? Y yo le digo que sí, o que no, según. Y todos tan contentos. ¿Qué le cuesta a ella mandarle las medicinas? Pues no, hala, santas Pascuas. —A ver si va a ser un cólico nefrítico, Mari. —¿Un cólico? pero si él de vientre va bien y bebe hasta agua. —Entonces son nervios.






En ese momento decido cerrar La Voz de Almería porque no me estoy enterando de nada de lo que leo. Me estoy poniendo malo. Me duelen los riñones, siento un escozor que me sube por la uretra y se me radia por la zona lumbar, me noto febril, pido la cuenta y llamo a un taxi. Me voy pitando para Torrecárdenas. 









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