Gibraltar ¿español? No: franquista

José Fernández
07:00 • 18 sept. 2018

El Gobierno de Pedro Sánchez, ese certamen de ocurrencias y tropiezos que se reúne los viernes en Moncloa, quiere aprovechar el despiste británico con Gibraltar en el Brexit para ajustar algunas piezas en la especial relación de la colonia con España. El ministro de Exteriores, Josep Borrell, el mismo que ha pasado de manifestarse contra la independencia de Cataluña a calificar a esa región como país,  quiere lograr arreglos fiscales, medioambientales y anticontrabando, aprovechando el hueco que dejó el olvido británico de la Roca a la hora de plantear su salida de la Unión Europea. De este modo, España continúa con su tradicional política seguimiento preferente a una anomalía histórica y política a cuya sombra florece lo más granado del delito fiscal y el narcotráfico de toda Europa. Porque lo cierto es que España nunca ha renunciado a la reivindicación histórica del Peñón, aunque no sea más que por honrar la memoria de cuantos soldados y marinos españoles perdieron el pellejo en esa bahía y de cuantos ministros y diplomáticos se han dejado los cuernos en negociaciones tan farragosas como infructuosas. Desde 1727 España está intentando recuperar Gibraltar por la vía militar y diplomática, para reintegrarla al territorio nacional en cumplimiento de los tratados que los británicos se pasan por el escroto desde hace siglos. Por tanto, cualquiera medianamente informado sabe que la reivindicación de Gibraltar forma parte de la política exterior española desde el S.XVIII. Pero nadie contaba con la excelencia investigadora del PSOE almeriense, que acaba de pedir al Ayuntamiento que retire de nuestro callejero la zapillera calle “Gibraltar Español” ¡por franquista! Nada nuevo. En tiempos del primer gobierno municipal socialista, el Paseo de Versalles, que homenajeaba al tratado de paz que puso fin a la I Guerra Mundial, fue eliminado del callejero porque lo versallesco les sonaba rancio y nobiliario. Le pusieron Avenida Pablo Iglesias y así sigue. Es lo que pasa cuando se toca de oído.  






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