A veces me pregunto si algún político, algún representante de las instituciones públicas, piensa en el bienestar de los ciudadanos, en la calidad de vida de quienes les votamos y pagamos religiosamente nuestros impuestos. La respuesta no puede ser más decepcionante y a las pruebas me remito: acabo de leer que la Comunidad de Madrid tiene, entre otros muchos proyectos, el de que bares y restaurantes puedan ampliar sus negocios incluyendo música, así como que en las discotecas se pueda servir comida.
Supongo que los propietarios de estos negocios le harán la ola a quien se la haya ocurrido una idea tan peregrina, no así las personas que vivan en las calles donde hay bares o restaurantes, que me atrevería a decir que son mayoría en cualquier ciudad de España, pero más en Madrid, donde proliferan este tipo de negocios que, por cierto, son los únicos que no parece que hayan sufrido la crisis debido a la afición que tenemos los españoles a apalancarnos en el mostrador de cualquier bar cercano a nuestra casa, solo por el placer de charlar con el vecino o tomarte un café o una cerveza fuera de casa.
No hace falta ser un lince para comprender que, si se aprueba la nueva regulación de espectáculos públicos y actividades recreativas, a la que se opone frontalmente el Ayuntamiento y algunas asociaciones de vecinos, no habrá quien viva en Madrid.
Bien está que tengamos que sortear a diario las terrazas, los patines, las bicicletas, con grave riesgo para nuestra salud, pero que no podamos dormir ni descansar debido al ruido que puede suponer que en cada negocio de estos suene la música, eso me parece un verdadero despropósito, que en nada beneficia a la salud.
Vivo en una calle, en la que hay tres cafeterías y dos restaurantes, pese a lo cual me atrevería a decir que es una zona relativamente tranquila salvo en verano, donde el tono de voz de quienes se encuentran en las terrazas sube escandalosamente. Por lo demás, las molestias y el ruido se pueden soportar, ya que está prohibido hacer botellones en el exterior de estos locales y, por supuesto, poner música. Pero no quiero pensar la que se nos avecina si cada uno de ellos lo convierten en una discoteca.
En mi zona como en otras muchas de la capital, hay varios colegios, niños que se levantan temprano para ir a sus clases, personas mayores y gente que trabaja, y que cuando llega a su casa lo que quiere es descansar, ya que nada hay más estresante que el ruido.
A veces pienso que la protección del medio ambiente es un término que no ha entrado en la cabecita de quienes nos gobiernan, siendo como es tan importante para nuestra salud, y para que, quienes vivimos en las grandes ciudades, no nos veamos obligados a abandonarlas solo porque los que dictan las leyes piensan más en lo que van a recaudar, que en la salud de sus habitantes.
Si al turismo desbocado, le agregamos ahora la posibilidad de convertir la ciudad de Madrid en un parque temático nuestras, habrá que ir pensando que algo se está haciendo muy mal.
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