Pensamiento hemorroidal almeriense

José Fernández
14:00 • 18 nov. 2018

“Almería es el culo del mundo”. Supongo que les suena el mensaje. Y puede que haber pasado tantos años dando por bueno tan orientador mensaje haya favorecido el establecimiento entre los almerienses de una corriente de pensamiento hemorroidal capaz de procesar pesadumbre con regularidad matinal todos los días. Por ejemplo, se habla mucho más de las tiendas que cierran en el centro que de las que abren (quizás no lo sepa, pero también se están inaugurando comercios) porque eso permite sumarse a la escolanía lastimera que llora la sedicente “muerte del centro”. La muerte, siempre tan presente en el gusto por lo funesto e irremediable. Si el tiempo que empleamos en lamentarnos y en dolernos por cualquier situación lo usásemos en pensar cómo crecer, cómo innovar, cómo diferenciarnos o cómo ser, en definitiva, mejores, créanme que Almería sería probablemente una de las mejores ciudades del hemisferio norte.  Pongo otro ejemplo. Desde que tengo memoria informativa de Almería, he escuchado hablar con razonable y razonado malestar del paso a nivel del Puche y de sus peligros. Pues bien, ahora que después de varias décadas, por fin han comenzado las obras que nos van a borrar para siempre esa imagen que hermanaba Almería con Calcuta, con barreras parando el tráfico mientras pasaban los trenes por las vías, la noticia o el eco popular del hecho es que esas obras van a causar molestias a los pasajeros del tren, que tendrán que tomarlo en Huércal, a un cuarto de hora de la estación de Almería. Y así, en lugar de mirar la objetiva ventaja que supondrá para nuestra ciudad la supresión de ese tercermundista paso a nivel, el foco de la opinión pública almeriense mira exclusivamente a las incomodidades que provocan las obras. Por lo tanto, no habrá nada más almeriense que, el día que nos pongan finalmente el AVE, crear una plataforma, agrupación o mesa en contra de los elevados precios del billete. Al tiempo.  






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