No me voy a Marte, canta Nacho Vegas para celebrar el 20 Aniversario de Ecologistas en Acción. En su último disco la Naturaleza está más presente que nunca. Y en este tema se inspira el ensayo del poeta, matemático y politólogo Jorge Riechmann titulado “Gente que no quiere viajar a Marte”. Dice la letra de la canción: “Seguir construyendo barcas, levantando barricadas, seguir con nuestro remar mientras sea la ternura un don. Hacer de la paz un arte para así combatir sus guerras. El cielo está de nuestra parte y no, no yo no me voy a Marte”. Reconozco que soy muy viajera, pero también digo que: no quiero viajar a Marte porque no hay un planeta B.
La Humanidad nos enfrentamos a grandes retos globales como: cambio climático, pérdida de la biodiversidad, agotamiento de los recursos imprescindibles o acumulación de riqueza en pocas manos, y para ello es necesario que la Ecología Política y el Ecofeminismo estén en las agendas de todas las estructuras políticas y sociales. Hay que empezar a valorar lo que hasta ahora pasa desapercibido por su valor. El ser humano aún no ha sido capaz de reproducir fotosíntesis: proceso químico que tiene lugar en las plantas con clorofila. Ellas nos dan la vida y aún así las destruimos. Y me pregunto:
¿Qué clase de sapiens somos que hemos perdido la sapiencia sobre la importancia que han tenido y tienen en nuestra vida? Nos hemos arrancado, de tal manera, de raíz de la Naturaleza, que incluso grandes conocedores del Mundo Vegetal, expertos en la Ciencia, pueden disfrutar y alegar razones científicas para defender que hay que quemar los bosques para crear más bosque. Millones de años de evolución y no hemos aprendido que destruyendo la Naturaleza se destruye la vida y el futuro de las generaciones venideras.
Nuestra relación con ellas no ha sido ni es la misma en el tiempo, ni es similar en otros espacios, ni cercanos ni lejanos. Estos vínculos, que antes eran estrechos, ahora son cada vez más de desconexión y menosprecio, a pesar de seguir estando ellas tenazmente en todas nuestras actividades diarias, engranado todas las piezas de la vida en el Planeta. ¿Somos conscientes que nos ofrecen de todo a cambio de nada? Sin el Mundo Vegetal no existiríamos ni existiremos; su mundo es el nuestro y forman uno solo. Dice Stefano Mancuso: “El reino vegetal no es tan sólo un ingrediente fundamental para la vida en el planeta, sino también un gran obsequio para el ser humano y su inteligencia…”.
Consumimos el planeta como si no hubiera un mañana. Urge tomar conciencia ecológica y social. Nuestro planeta está enfermo, y nosotros también porque nos falta: empatía, cooperación, igualdad y compasión con todos los seres vivientes y silientes. Dice la canción de Bebe: “la tierra tiene fiebre necesita medicina y poquito de amor que le cure la penita que tiene. Tiembla, llora, se duele del dolor más doloroso y es que piensa que ya no la quiere. No hay respeto por el aire limpio, no hay respeto por los pajarillos, ni respeto por la tierra que pisamos, ni por los hermanos, ni por los que están sin tierra…” No existe un plan B porque no hay planeta B. No hay tiempo que perder y por ello os propongo que continuemos este cuento: “Erase una vez un planeta azul…”
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