Despliegue de plumajes y contoneos

Andalucía puede ser gobernada de muchas maneras. Hasta ahora hemos tenido, como se decía antes en la radio, “una amplia gama y un extenso surtido” de fórmulas clientelares, ineficaces y salpicadas de la permanente sombra de la sospecha judicial. Gobiernos socialistas, en solitario o en compañía de otros, que no han sido capaces de aprovechar el ingente caudal de recursos financieros recibidos para hacer de Andalucía una referencia de crecimiento económico y calidad de vida en España y el resto de Europa.

Gobiernos que han mantenido a Andalucía a la cola de los índices que marcan la calidad de vida y el progreso en las sociedades democráticas. Lo que no habíamos tenido hasta ahora es un gobierno de espaldas a las urnas. Y por lo que apuntan los primeros movimientos del sobreactuado proceso de cortejo postelectoral que vamos a padecer, no cabría descartar algo así, porque algunos que venían a desalojar al PSOE después de haberle apoyado, quizás vuelvan a apoyarse en él para que todo cambie sin cambiar nada. Es decir, que aunque los andaluces voten cambio,  el cambio podría ser que los que deben ser cambiados acaben tutelando su proceso de desmantelamiento. El gatopardismo lampedusiano de toda la vida, como ya apuntaba aquí mismo antes de las elecciones, como bien recordarán los meritorios seguidores de este modesto espacio de opinión. Y no sé si me incomoda más el siempre feo gesto de la autocita o comprobar que no me equivocaba. Que Ciudadanos se abra a volver a colaborar con el PSOE, después de haber pasado toda la campaña abominando de los tres años pasados al servicio de doña Susana, explica bien la raíz de los sólidos principios que sostienen a la formación naranja. Pero el ritual del cortejo es complejo y está lleno de ritos biológicos previos al apareamiento. Y en ocasiones, lo que se persigue no es otra cosa que encarecer el coste del inevitable encuentro. Por el momento, despliegue de plumajes, contoneos y gorjeos. El hombre y la tierra.