De tu mano siempre, Pilar, así comencé a caminar desde que llegué a Almería, allá por el 2002, cuando nadie me conocía. Supiste ver en mí la poeta que venía desde el sur, con acento argentino muy marcado y la sensibilidad a flor de piel a causa del desarraigo.
De tu mano siempre, Pilar. Crecí bajo tu mirada y tu certero consejo en cada duda, en cada acierto, en cada intento. Yo traía una maleta de ilusiones y sueños y juntas fuimos desgranando los libros que florecieron. Me acompañaste en cada presentación, en cada alumbramiento y con tu crítica mis libros tomaron cuerpo. Vivirás eternamente en mi recuerdo y en el de tantos que, como yo, sólo podemos agradecerte todo tu cariño y bondad, tu generosidad y la entrega sin límites, sin desfallecimiento; sin pedir nada a cambio solo por el placer de la buena lectura, del deleite con la belleza y la pureza del sentimiento. Caminaremos juntas en ese “Jardín azul” que tantas satisfacciones trajo, y ya ves, nos faltará tiempo para “leer poemas a deshoras”. La Singer me traerá tu recuerdo y Serrat, nos seguirá cantando al oído…y la lucha de las mujeres valientes que no bajan los brazos hasta el último aliento, también me hablará de ti. Fuiste maestra en todo, muy profesional, exquisita y exigente, perseverante, delicada y a la vez guerrera, cuando hacía falta enfrentar los demonios, la enfermedad, el dolor.
De ti siempre estamos aprendiendo, querida amiga, porque eres un libro abierto.
Yo fui una de tus “descubrimientos” una más de “tus niños”, como nos llamabas. Jóvenes talentos que despuntaban a principios del 2002, junto a Guillermo de Jorge, Germán Guirado, Pepe Haro... Nos invitabas a todas las actividades que hacías, a la Feria del libro, a las presentaciones, me pasabas por mail o por teléfono la agenda, las fechas, la hora y siempre contabas conmigo. Gracias por tu casa de puertas abiertas, allí conocí a tu madre, ser entrañable y de un brillo peculiar en los ojos, que chisporroteaban siempre… gracias por tus charlas, tus consejos y debates, tu saber guiar y enseñar, tu saber decir sin molestar, sin ofender ni desdeñar, tratando de pulir las piedras y de sacar belleza como siempre pretendías. Gracias por tu abrazo reconfortante, por tus palabras de aliento y por tu mano tendida, por esa generosidad inacabable y por tu valentía y ejemplo de lucha. “Estar despeinadas amiga es síntoma de estar vivas” como dice mi poema “La lucha” que tantas veces te leí y que te gustaba tanto. Y gracias también, por esa sonrisa cómplice que se convierte en tu sello de identidad más querido.
Conocí primeramente a Miguel Naveros en la Asociación Juan Uceda, desaparecida ya, pero de tu mano, conocí a grandes personalidades de las letras almerienses y me acercaste a ellos. Gracias a ti, compartí aventura literaria con Concha Castro, Pura López, Ana María Romero Yebra, Vicenta Fernández, José Antonio Santano, Julio Alfredo Egea, Domingo Nicolás, Juan José Ceba, Paco Martínez, Ginés Reche, Antonio del Castillo, Felipe Granados, Paco Domene, Mario Sanz Cruz y la Asociación Levantisca de Carboneras, Meca, Rosa Bustamante y Fernando Barrionuevo. Seguro que alguno se queda en el tintero y espero que no se ofenda, porque son innumerables los recuerdos que se agolpan cuando pienso en nuestra querida Pilar.
Compartimos varias Jornadas Literarias de la Diputación de Almería, entre ellas “Volver a Uleila” en el 2011, miles de presentaciones, el IEA (Instituto de Estudios Almerienses) y todas sus actividades, cinco años de Jurados en los Cuentos Interculturales de la Diputación de Almería, Antologías compartidas, entregas de premios, homenajes reivindicativos de la lucha de colectivos LGTB, contra la violencia de género, ALCER, los refugiados, y formamos parte de la AISH Asociación Internacional Humanismo Solidario, con sede en Málaga, como gran humanista que eras; y el CAL el Centro Andaluz de las Letras y las presentaciones y actividades literarias en la Biblioteca Villaespesa, lugar que amabas por cierto, y la Revista Puerta de Purchena del amigo Antonio y las librerías, las publicaciones conjuntas, y varios proyectos que se quedan en el aire.
De tu mano caminaremos, aunque un poco más huérfanos, desangelados, en busca de esa estrella que habitarás y desde la que seguirás alumbrando, porque tu voz no ha muerto, tu luz ilumina más allá del tiempo, la fugacidad de la carne ha sido, pero tu palabra permanece y resuena en los corazones de quienes te hemos conocido, de quienes seguiremos leyendo tu obra y esparciendo tus versos y tus letras, como semilla al viento, para que otro recoja el testigo. Porque no te vas, te quedas, como digo en el poema que te regalé en el homenaje que te hicimos en Meca, allá por mayo del 2014.
Ella sabe
Ella sabe de tender una mano.
Sabe de escudriñar en los silencios.
Sabe de quejas, de sueños rotos,
de miedos, de apagones, de requiebros
y de esfuerzo.
De caer y levantarse.
De soñar y despertar.
En fin, de batir las alas…
Sabe de premios, de logros, de triunfos.
De sincera franqueza, de lealtades,
de amargas derrotas y frustraciones.
De puertas abiertas y cerradas.
De ventanas gigantes y entresuelos.
De edificios, de calles, de ramblas.
De nubarrones oscuros
y cielos mediterráneos.
De miradas cautivas.
De esperanzas prisioneras del destino.
De tropiezos, de avatares y lágrimas.
De ojos tristes, de corazones prietos.
De limosnas, de mentiras, de verdades.
De columnas, de atrios y de altares
De soledad, de amor y de hidalguía…
De todo sabe…porque sabe de la vida
Y lo escribe, lo enseña, lo dice, lo piensa,
lo vive, lo sufre, lo grita, lo alimenta y lo calla…
Se abre como una rosa nueva.
Se entrega sin medida, sin tregua.
Se confiesa. Se deja. Se comparte.
Y como ejemplo de vida,
cicatriza las heridas con sus lágrimas
y enjuga las tuyas sin dobleces.
Se mece, aguardando tu regreso,
como la tierra que nos deja partir
pero siempre nos espera…
Y como la vida misma
ella sabe de ti, de mí, de todos
y sin estridencias, siempre está
de pie, como los árboles,
dando y generosamente entregando
cada gota de su mar inagotable,
cada suspiro de vida,
cada aliento sin medida,
en el día a día que construye
como una hormiga incansable.
Ella sabe.
Sabe que está, que sigue aquí y que se irá…
como nos iremos todos.
Pero se queda, de forma inconfesable,
irremediablemente,
en cada gesto, en cada palabra…
Se queda y permanece
en cada silencio, en cada pausa,
en cada letra que plasma,
en cada poema
que te tira a la cara,
como la mejor maestra,
como la amiga impensada,
como la hija entrañable,
como la fiel compañera,
como la mágica dueña
de la frágil sonrisa
y la más sutil de las miradas.
Para quienes te conocimos y tuvimos la suerte de disfrutarte siempre serás nuestra querida Pilar. Hoy, en tu despedida, no he podido aguantar las lágrimas y sentía el pecho oprimido. Apenas me estoy haciendo a la idea de que ya no escucharé tu voz al teléfono y no estarás en el tercero de Avenida Madrid. Es profunda la huella que dejas, es honda la marca de tu impronta, es imperecedera la luz de tu palabra, es alargada la sombra que proyectas. Y como en una película, de las de tu cine favorito, la protagonista ha hecho el mejor papel de su vida y nos ha dejado a todos dando vítores y aplausos, de pie, como se despide a los grandes.
Una gran mujer ha partido. Una buena hija, una leal compañera, una maravillosa persona y la mejor amiga. Un ser excepcional, un ser de luz, que abrió las alas un frío 15 de enero, porque solo le faltaba volar para llegar a su estrella de Orión.
Hasta siempre querida amiga, amiga de todos.
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