La indignidad del Gobierno

Antonio Felipe Rubio
07:00 • 08 feb. 2019 / actualizado a las 10:35 • 08 feb. 2019

El apagón informativo constatado desde que el Gobierno silenció y dificultó la labor de los medios de comunicación para conocer el número de pateras e inmigrantes ilegales que se rescatan/recogen por Salvamento Marítimo, ahora se descubre que ha sido una decisión tomada con meteórica celeridad o con meticuloso sigilo. Así se desprende de las incomprensibles revelaciones del subdelegado de Gobierno en Almería, Manuel de la Fuente, tras afirmar que sobre estos asuntos los medios de comunicación no han parado de “elucubrar” tanto sobre el silencio informativo, como en lo relativo a la destitución del jefe del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo en Almería, Miguel Zea. Sin embargo, lo más destacable y asaz sorprendente, es que de la destitución del citado señor Zea, el subdelegado se enteró… ¡por la prensa!


Afortunadamente, entre elucubración y elucubración, la prensa ha aportado una información que ha resultado ser cierta y, además, aporta un importante dato para el representante del Gobierno de España en Almería; personaje que, al parecer, no merece la consideración como tal por parte de sus superiores, que prefieren utilizar a la prensa como canal de información sensible para el subdelegado de la Fuente. De cualquier manera, algo hemos ganado. Antes era el gobernador civil y jefe provincial del Movimiento el que ponía los titulares de prensa; ahora es la misma figura la que se entera de sus cosas por la prensa.


Que en Almería (territorio especialmente concernido con el tráfico ilegal de inmigrantes) el jefe del Centro de Coordinación de Salvamento Marítimo; o sea, Ministerio de Fomento; o sea, Gobierno de España, con 25 años al frente de esta responsabilidad sea removido y que el subdelegado del Gobierno se entere por la prensa sólo tiene dos lecturas: el Gobierno toma el pelo a Manolo de la Fuente o Manolo nos toma el pelo a todos los almerienses.



No creo que el subdelegado haya sido ninguneado en el asunto de Salvamento Marítimo, pero sus conocimientos de asuntos sensibles “por la prensa”, no sólo da pábulo a la elucubración, también es el fiel reflejo de una manera de hacer de este Gobierno que está logrando elevar el listón de lo impensable.   


El Gobierno de España ha dejado de regir los intereses prioritarios de los ciudadanos para convertirse en un degradado gobierno de la “Resistencia” de Pedro Sánchez. Este “accidente” democrático autodenominado “Gobierno de la Dignidad” acaba de protagonizar la histórica felonía de ponernos a cinco minutos de la destrucción de España, entregándose al independentismo y a los mayores orates y estólidos por metro cuadrado de escaño que conoce la historia.



Supongo que conocen la historia del mediador denominado “relator” que, según traduce patéticamente el concejal Indalecio Gutiérrez, no es más que “una persona que está ahí para moderar entre las dos partes”. O sea, imaginen a Rufián enviado especial a moderar entre el presidente de la República Francesa y un partido secesionista de Córcega. Imaginen a la premier Theresa May fiscalizada por Irene Montero en la resolución del Brexit. Imaginen a Alberto Garzón moderando a Donald Trump en un conflicto con Idaho… En fin. Pedro Sánchez ha conseguido abaratar hasta la indigencia el concepto de nación, y degradar la dignidad del presidente del Gobierno como un menesteroso que pordiosea en la inmundicia sedicente.


Sánchez anda tan atareado con la promoción especial fin de temporada a precio de saldo hasta que, de repente, aparecen los actores secundarios tal que la hasta ahora inédita Consuelo Rumí, que ha roto a hablar de inmigración. 



Esperar que se normalicen situaciones como la inmigración ilegal, derecho a la información y transparencia ante la turbidez de la elucubración son algunas aportaciones que dimanan de este Gobierno centrado en otros menesteres más apremiantes y de dolorosa o imposible reversibilidad. 


Hemos sobrevivido magullados -pero enteros- tras la crisis gestionada por esa catástrofe llamada Zapatero. El problema es saber si en un futuro inminente las magulladuras serán superadas por la pérdida de un preciado miembro de este dolorido cuerpo al que un día llamábamos Nación Española.   


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