Adelanto electoral… o no

“Las baronías territoriales se han visto reflejadas en el fracaso de Andalucía”

Antonio Felipe Rubio
07:00 • 15 feb. 2019

Hacer previsiones sobre las decisiones del catastrófico presidente Sánchez es un ejercicio con bastante margen de error. No te puedes creer nada de lo que dice y, a la vez, te puedes creer cualquier cosa por increíble que sea.


Supongo que tras el Consejo de Ministros el presidente nos anunciará el “obligado” anticipo de las elecciones. Este anuncio no se producirá sin trufarlo previamente con la guarnición sectaria que enerve a las masas reaccionarias más cafeteras que aguardan como hito histórico sin precedentes la exhumación de los restos del dictador Francisco Franco. O sea, como si esta performance fuese lo que pide la sociedad de forma insistente como solución a los problemas que afectan a la mayoría de los españoles.  


Buen número de eventos celebrados por el PSOE se han saldado cobrando la pieza a modo de conjura “progresista”. Ya lo hizo el recordado Zapatero cuando dejó claro que allí estaban los “rojos buenos” y no habían venido los “malos”; extraordinario precedente para comenzar con denodado ahínco la “Alianza de Civilizaciones”… se refería a las demás civilizaciones, porque la nuestra emprendería una indeseable polarización gerracivilista que aún obsesiona y se utiliza como mantra para que saliven los más radicales. Este tipo de celebraciones tribales suelen  culminar, a los postres, con un homenaje que remueva las conciencias o alguna estatua ecuestre. 



Pedro Sánchez tiene a favor todos los augurios: Tezanos le da encuestas favorables, se vuelve constitucionalista a las 24 horas del esperpento del “relator” y sacan al dictador del hoyo. ¿Qué se puede pedir más?


La realidad de esta forzada decisión es consecuencia de la extraordinaria capacidad destructiva de Sánchez. No sólo ha conducido a España por el estribo del abismo, sino que deja abiertas nuevas opciones y enconados escenarios para proseguir hasta la extenuación con las concesiones a las más indeseables y destructivas opciones políticas que el PSOE ha dado pábulo y protagonismo. Pero también ha logrado cabrear a los suyos propios. 



Las baronías territoriales se han visto reflejadas en el fracaso de Andalucía y han encendido las alarmas ante las concesiones de Sánchez al independentismo: mesas clandestinas de negociación, relatores… y mucha pasta para alargar el problema. Una estrategia que los presidentes regionales socialistas no estaban dispuestos a aceptar. En definitiva, Sánchez ha logrado lo que parecía imposible: No avanzar nada en la solución del conflicto secesionista catalán; perder las elecciones en Andalucía; cabrear a los barones territoriales y conducir a la indigencia la dignidad de la Presidencia de Gobierno. Además, será el presidente que ha generado las mayores expectativas con las soluciones más absurdas e inútiles.     


Según el concepto del personaje Forrest  Gump, tonto es el que hace muchas tonterías. Esta teoría -suficientemente demostrada en la generosa praxis que nos rodea- queda ampliada cuando el tonto es reincidente, hiperactivo, tenaz… y, para colmo, se define como referente de la “resistencia”. 



Almería no va a sufrir ningún incomodo por la desaprobación de unos Presupuestos Generales del Estado a los que ningún experto ha dado la más mínima credibilidad. Todo lo contrario. Las anualidades dimanantes de la prórroga presupuestaria son “pájaro en mano” contra el ciento volando que anunció el Gobierno. Almería ya conoce abultadas “lluvias de millones” que han resistido sobre el papel prometedores presupuestos que se han quedado en nada o en interminables retrasos y fiascos.  


La convocatoria de un profuso ramillete de elecciones llega en un momento de saturación de la “afición” que alcanza el hastío con el interminable “procés” y el desprestigio de la clase política afanada en solucionar sus cuitas internas y por encontrar su propia identidad en el competido campo de las ideologías, que van desde el centro hasta los extremos más aventurados. 


Más de uno se felicitaba por la desaparición del bipartidismo. Ahora, analicen el “beneficio” de este avance democrático con variopintos socios, tan volubles como peligrosos.    



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