¿Quiere saber lo que cuesta ser minusvá lido? No me refiero a las barreras o irra cionalidades que encontramos a diario, sino el coste añadido que soportan nuestros bolsillos con respecto al resto de la ciudadanía.
Hay estudios que calculan ese incremento en un 40%. A pesar de eso, hay necios que consideran al colectivo de personas con diversidad funcional unos privilegiados.
Voy a contar unos cuantos a ver si les apetece cambiarse por nosotros un par de semanitas.
La ciudad no es plenamente practicable en silla de ruedas; así que en lugar de coger un autobús que no te deja en la puerta de tu destino, o en una marquesina-isla incomunicada, coges un taxi.
Bueno, si es que hay disponibles de la decena existentes (el Ayuntamiento de Almería está obligado a tener 15 licencias).
Esto supone ocho veces más caro que el billete de bus (salvo que te subas en esos taxis con precio fijo por el hecho de ser minusválido, y no aplican la ordenanza municipal, que entonces es 10 veces más; y a pesar de ello el Consistorio les da subvención).
Si tienes intolerancia o alergia a determinados alimentos puedes sufrir carencias nutricionales o vitamínicas si no ingieres los adecuados, con un coste superior.
Hay enfermos crónicos de cáncer que deben tomar medicamentos paliativos, con lo que conlleva para esa persona unos gastos derivados de su enfermedad, que en muchos casos de pacientes con ingresos bajos se ven en la tesitura de elegir entre medicinas o pagar la luz y el agua.
Un caso típico de cáncer de mama (pelucas, transporte no urgente, analgésicos o cremas para la piel) tiene un gasto de unos 150 euros; y se dispara a los 300 en cánceres gástricos.
La sanidad pública no hace atención de rehabilitación en casos crónicos, por lo que esos pacientes deben buscarse centros privados a razón de 25-35 euros la sesión.
Las familias con hijos pequeños a los que les han detectado enfermedades que requieren atención estimulativa intelectual o psicológica o física o todas a la vez tienen que recurrir a profesionales libres para complementar la terapia pública que se queda escasa para las necesidades reales.
Si decides desplazarte de manera autónoma en coche propio, piensa en pagar más por las clases en vehículos adaptados y en adaptar el tuyo; o sea, miles de euros más que antes subvencionaba la Junta de Andalucía. Al menos el Ayuntamiento deja aparcar sin pagar en cualquier punto de la ciudad.
Y si quieres moverte en una silla eléctrica que no sea el dumper que receta la Seguridad Social, debes pagártela porque consideran un capricho tener un vehículo ágil, rápido y fácilmente manejable.
Si solo te puedes comunicar a través de lengua de signos, olvídate de ir a un organismo público y que te atienda un funcionario. No hay intérpretes. Debes pagártelo.
También si vas a una conferencia, a una cata de quesos o a una obra de teatro. Es lo que les pasa a las personas con discapacidad intelectual o ciegas que desean participar de un ocio inclusivo y deben llevar acompañante; en ese caso el gasto es el doble porque no hay precios reducidos en taquilla para asistentes personales.
Así que cuando hablamos de miles de personas que se encuentran en riesgo de exclusión social a causa de su diversidad funcional, y vienen otros y nos reprochan la vida privilegiada que nos pegamos, nos damos cuenta del largo y tortuoso camino que aún tenemos por delante.
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