Qué buena escena aquella del camarote de los Hermanos Marx, del film ‘Una noche en la ópera’, donde el caos se impone a medida que va llegando gente al habitáculo marino; las camareras para hacer las camas, el plomero, la chica de la manicura, las limpiadoras, el ayudante del plomero, los camareros con cantidades ingentes de comida,…, pero Groucho no se inmuta, lejos de parar el ascenso del caos, deja pasar alegremente a todo el que llega. Hoy la política en España tiene mucho de camarote de los Marx, donde se mete con calzador cualquier cosa, porque todo vale, se puede defender a ultranza la democracia militante y aplicar a la vez el dedazo divino para contentar a los sumisos; se reniega de la derecha extrema pero se hacen planteamientos ultraderechistas y viajan en el mismo camarote para acceder al timón.
Los tres Hermanos Marx de la derecha no tienen ni chispa de gracia pero sus propuestas políticas parecen una broma de mal gusto donde, sin reparo, acuñan la frase de Groucho: “Estos son mis principios, si no le gustan tengo otros”. Y en su camarote particular cabe de todo, hasta defender (de cara a la galería) la igualdad de género y, a la vez, la inhumana idea de que una mujer migrante no sea expulsada de inmediato del país si da su hijo en adopción, ¿pretende Casado no atender a embarazadas migrantes como han hecho los suyos en Madrid? El camarote de la derecha continúa llenándose de disparates extremistas, comparando la ayuda humanitaria de Salvamento Marítimo con un servicio de autobús tras la llamada de mafias para dar localizaciones de migrantes a la deriva, benditas llamadas con las que podemos salvar vidas, ¡ojala hubiera habido llamada para evitar aquella terrible foto del niño sirio ahogado en la playa de Turquía!
Esperemos, antes de llegar a puerto y que nos recorten en derechos, que no terminemos como la citada escena de los Mars, abriendo la puerta del camarote y desatándose aún más el caos al salir todos despedidos del mismo.
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