Nos vemos en c’al Pillaliebres

El apoyo que recibió durante décadas el modelo socialista de gestión en Andalucía no provenía de la satisfacción que generaba entre los andaluces el alto nivel de vida y prestaciones sociales que propiciaban las políticas que ponía en marcha, altavoz en mano, el PSOE. Los indicadores internacionales que miden la excelencia en las sociedades avanzadas insistían en colocar a Andalucía año tras año en los puestos de cola en empleos, niveles educativos y capacidades infraestructurales, pero la gente seguía votando una y otra vez al partido que evidenciaba que no sabía, no podía o no quería poner a Andalucía en el lugar que se merece. Y aunque muchos nos maliciábamos que tanto respaldo tenía razones poco confesables, ha tenido que llegar un nuevo gobierno a Andalucía para empezar a demostrar que uno de los principales nutrientes de esa inacabable corriente de simpatía y apoyo no era otra cosa que un irresponsable, descontrolado y partidista uso de los recursos financieros. Acaba de hacerse público un informe de la Consejería de Hacienda alertando de la existencia de 2.988,6 millones de euros en subvenciones pendientes de justificar que pone los pelos de punta. Es decir, un río de dinero entregado alegremente a ya se puede usted imaginar quiénes, sin control, sin rastro y, lo que es peor, sin posibilidad de retorno, porque de esa cantidad, 1.867 millones están sin justificación y fuera ya de plazo. Es más: el informe dice que 904 millones tienen “alta probabilidad de prescripción”. Es decir, que nos vemos en c’al Pillaliebres. ¿Acaso no es comprensible votar y votar todas las veces que haga falta a quien te llena de dinero sin pedirte explicaciones? ¿Acaso no es comprensible que se dejaran la garganta en la puerta del Parlamento el día que se cerraba el grifo del que manaba la mamandurria? Pues esa es la Andalucía que hemos tenido. Quien quiera que vuelva, ya sabe.