No es lo mismo hacer campaña que gobernar. En campaña todos los dirigentes han prometido de todo .Unos que van a subir las pensiones; otros el salario mínimo .Los de más allá se han comprometido a bajar los impuestos, a crear cientos de miles de puestos de trabajo, a equiparar el salario de policías y guardias civiles con el de los "mossos d'Escuadra y a reducir el despilfarro de las televisiones públicas. Hubo de todo. Desde quienes se presentaron como un baluarte frente a los separatistas hasta los que patrocinan una consulta de naturaleza plebiscitaria en Cataluña. Ya se sabe que en campaña electoral se hacen promesas que después no se cumplen, pero aún así el domingo hay que ir a votar.
Decía Karl Popper que la democracia es un sistema de reglas para solucionar los problemas sin derramamiento de sangre y ese es fundamento de la fe en el sistema democrático. Debatir, proponer, discutir, reflexionar y votar. Sin olvidar que otro de los pilares del sistema es el respeto a las minorías. Para el caso sería el respeto a los perdedores del domingo y a quienes les hayan votado. Más Parlamento y menos decretos ley. El BOE como último trámite tras el debate parlamentario. Y lealtad a la Constitución.
La democracia es un procedimiento para encauzar las tensiones sociales. Ningún partido puede pretender que su modo de organizar y dirigir España es el único concebible y sus dirigentes no pueden creer que tienen derecho a convertir a los españoles a su idea de entender la política. La consecuencia más detestable de esa forma de entender la política ya la estamos sufriendo. Es la polarización de la vida nacional. La vuelta a las dos España de infausta memoria. Desvanecido el bipartidismo -ahora son cinco las fuerzas de ámbito nacional más los partidos nacionalistas que operan en Cataluña, País Vasco y Galicia-, no hay razón para llevar a los ciudadanos a la confrontación por bloques. Nos falta costumbre de pactos; entender la política a la manera de como vienen haciéndolo en Alemania después de la II Guerra Mundial tras haber aprendido a dónde conducen los totalitarismos. Votar para no dejar que otros decidan por nosotros. Y, gane quien gane el domingo, el lunes, a seguir trabajando o a intentar encontrar un empleo quien no lo tenga. Pero sin rendirnos. Hay que seguir sin rendirse porque, como decía el poeta, la vida es eso.
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