La crisis financiera de 2008 no tuvo una causa única. Fue el resultado de una conjunción de factores que se acumularon en el tiempo. Abarcaban desde la ingeniería financiera hasta la política gubernamental, todo aderezado con codicia y miedo. El 15 de septiembre de 2008, Lehman Brothers presentó su declaración formal de quiebra. Fue el momento cero de la crisis que se tradujo en la implosión del mercado interbancario ante la desconfianza mutua de todos los intervinientes.
El gobierno estadounidense reaccionó rápidamente, recordando los devastadores efectos de la crisis del 29 causados por su inactividad en aquel momento. Los principales sectores afectados fueron aquellos más intensivos en capital de la economía: Banca, Aseguradoras y Automovilísticas.
Cuando surgen signos de debilidad económica, la mayoría de los expertos acuden rápidamente a los remedios keynesianos.
Para la mayoría de los economistas, el keynesianismo siempre conlleva beneficios positivos: en caso de duda, simplemente se aumenta el gasto de un Estado, ya de por sí endeudado, hasta donde sea necesario para suplir la demanda que no aporta la iniciativa privada.
En consecuencia se recapitalizaron aquellos bancos y empresas cuya caída podía producir un efecto dominó en el sistema (Too big to fail-Demasiado grandes para caer), bajó los tipos de interés e imprimió papel moneda (QE-Quantitative Easing) para aumentar la base monetaria, la liquidez del sistema y la inflación para rebajar el importe real de la deuda.Todo ello con cargo al presupuesto (contribuyente). Es decir, el Estado asumió la deuda privada a la vez que aumentaba la Deuda Pública para aumentar la demanda y reactivar la economía.
El dinero se entregaba así a los bancos a cambio de una participación en el capital y/o de su propia deuda: papel por dinero o dinero por papel.
Pero los remedios keynesianos no podían funcionar en esta ocasión por las siguientes razones: primero, por obsoleto, porque estaba pensado y basado en el patrón oro y en la interacción lineal de las variables que determinaban el sistema. Y segundo porque no contemplaba las nuevas variables que se habían introducido estructuralmente en el sistema tras su desvinculación del oro y de ellas sobretodo una: la deuda.
Los recursos (dinero) aportados por el Estado al sistema financiero para su reactivación y saneamiento eran reinvertidos en nueva deuda pública que gozaba de máxima calificación y en teoría, mínimo riesgo para sanear sus balances. Un esquema de Ponzi.
En este punto conviene recordar lo que H.Buffett escribió en 1948: “Sin consecuencias negativas inmediatas, se hace conveniente acceder a la demanda de gasto. El Tesoro, aparentemente, es inagotable. Además, los contribuyentes no organizados que se encuentran en sus hogares no se dan cuenta de este gasto en particular y así va creciendo..”
Esta paradoja quedó sintetizada veinte años más tarde como “Tragedia de los Comunales” (Tragedy of the Commons), dilema descrito por Garrett Hardin en 1968 y publicado en la revista Science: describe una situación en la cual varios individuos, motivados solo por el interés personal y actuando independiente pero racionalmente, terminan por destruir un recurso compartido limitado (el común) aunque a ninguno de ellos, ya sea como individuos o en conjunto, les convenga que tal destrucción suceda.
Ejemplo: un monte cuyos pastos son compartidos entre un número cualquiera de vecinos. Cada uno de esos vecinos tiene un número dado de animales en esos pastos. Observan que a pesar de ese uso, queda suficiente pasto no consumido como para pensar que se podría alimentar aún a más animales. Consecuentemente, uno tras otro lo hacen. Pero en algún punto de ese proceso de expansión de la explotación de los pastos, su capacidad para proveer suficiente alimento para los animales se sobrepasa, consecuentemente, todos los animales perecen debido al agotamiento o sobreexplotación del recurso.
Sustituyan “pastos” por “Presupuesto Público” y “animales” por “intereses”.
Si ahora comprobamos el volumen total de la deuda pública de las economías occidentales en relación a su Producto Interior Bruto veremos que algunas de ellas están a punto de entrar, si no han entrado ya, en un proceso de “agotamiento” o “sobreexplotación” del Presupuesto (Financiación Ponzi).
Esta situación, si no se le pone solución, solo puede conducir al Impago (Momento Minsky). Y, ¿cuales son las posibles soluciones?.
Se presentan varias opciones. Una, la solución natural, cuadrar las cuentas presupuestarias eliminando definitivamente el Déficit (deuda) y normalizando los mercados de capitales (interbancario) hasta que reflejen el verdadero precio del dinero. Solo es viable si se aumenta la recaudación fiscal y se recortan los gastos liberando recursos.
Otra, compensar la deuda, tanto pública como privada, acumulada en el activo de los Bancos por otra partida de Pasivo. ¿Cual sería esta partida?, la Base Monetaria, el dinero en metálico que llevamos en el bolsillo. Su eliminación definitiva, incorporándola al pasivo del balance bancario, compensaría la deuda del sistema permitiendo partir nuevamente de cero. En este caso todos los ciudadanos perderían su independencia y libertad económica para convertirse en acreedores del sistema bancario. Y en este sentido ya se han dado los primeros pasos al limitar el límite de los movimientos de efectivo, obligando a la banca a abrir cuentas sin gastos ni comisiones a personas sin recursos y recomendando cuando no imponiendo las fusiones bancarias para facilitar la transición y ganar en eficiencia.
Una tercera y menos conocida es la solución política, propugnada por la Moderna Teoría Monetaria (MMT).
Según Mitchell, economista de la Universidad de Newcastle, en Australia; Randall Wray de Bard College, en Annandale-on-Hudson, Nueva York, y Martin Watts, profesor emérito en Newcastle en su libro «Macroeconomics», la Moderna Teoría Monetaria (MMT) propone que un país con su propia moneda, como Estados Unidos, no tenga que preocuparse por acumular demasiada deuda porque siempre puede emitir más dinero para pagar intereses. Así, la única limitación del gasto es la inflación, que podría dispararse si el sector público y el privado gastan demasiado al mismo tiempo. Mientras haya trabajadores y equipos suficientes para satisfacer el aumento de la demanda sin disparar la inflación, el gobierno puede gastar lo que necesite para mantener el empleo y lograr objetivos como combatir el cambio climático.
Esta solución no establece límites al gasto público por lo que desembocaría en un proceso hiperinflacionista. Pero más importante aún es que aquello que no tiene límites no se entiende.
Al igual que las ondas producidas en un estanque al que se lanza una piedra, los efectos producidos por la creación de la Reserva Federal y el Dinero Fiduciario siguen propagándose en el tiempo en todas direcciones.
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