En clave local

Pedro Martínez Ruano
01:11 • 23 may. 2019 / actualizado a las 07:00 • 23 may. 2019

Las elecciones municipales son posiblemente uno de los fenómenos democráticos más puros, hunden sus raíces en la historia de la política y manifiestan de forma clara la inevitable relación del pueblo con el poder. Un pueblo que se reúne para decidir a quien encomienda el gobierno de lo común, a quien elige para la gestión de la res publica. 


Son unas elecciones especiales que, como ninguna otra, trascienden a los partidos y adquieren carácter personal. Importa y mucho quien es el candidato que, normalmente, es un vecino al que conocemos desde hace tiempo, con todas sus virtudes y defectos, con todos sus afanes.

En el peor de los casos, en las grandes ciudades, sabemos quienes aspiran a representarnos, nos los hemos encontrado en la calle, en el mercado (sobre todo en estas semanas) y hasta podemos tener un determinado concepto de ellos, de su personalidad y talante, aunque no tengamos un conocimiento profundo de ellos.



A ello también ayuda el hecho de que todos llevemos dentro un alcalde, que piensa como mejorar su pueblo o su ciudad, que conoce los problemas de forma directa, e intuitivamente idea soluciones para los mismos.


En ese sentido Almería es una ciudad maravillosa, no creo que haya muchas capitales de provincia en España que tengan un término municipal tan extenso y bien ubicado, y que hayan llegado a la segunda década del siglo XXI con tantas posibilidades de actuación. Esa extensión y diseminación es a la vez un reto. Articular de forma homogénea numerosos núcleos de población, separados y con características peculiares no es fácil. La nueva Corporación tendrá que hacer frente a numerosos desafíos tecnológicos y medioambientales, necesitamos una Almería moderna y sostenible. Y todo ello, sin olvidar la cultura, la movilidad, la cohesión social…..



Cuando empezaba a escribir estas líneas me venía a la memoria el esperpento que se produjo hace cuatro años en el Pleno celebrado en el Auditorio Maestro Padilla, con la fallida investidura de Juan Carlos Pérez Navas. Quién iba a imaginar que el Alcalde, Rodríguez-Comendador, abandonaría la alcaldía a los pocos meses.


Los vecinos, que son quiénes eligen al Alcalde, toman nota de todo, de lo bueno y de lo malo, saben en quien pueden confiar, o la Almería que quieren, la que llevan en el corazón o la que creen que puede ser. Despertar no hace falta que despierten, llevan levantados y trabajando muchos años, aunque los adanistas del neofascismo no lo hayan descubierto todavía. 





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