"Cosentino imparable: invertirá 719 millones y creará 740 nuevos empleos". Este titular, referido al actual periodismo, es como un escueto arriate de margaritas en un extenso campo de amapolas. Y es que Cosentino ha venido a “disturbar” lo que realmente interesa a la sociedad actual: Cataluña y su procés, pactos de gobernabilidad, nuevos fichajes en la Liga, la Pantoja en Supervivientes… Desgraciadamente, en una geografía con graves carencias industriales, prima la evanescente presencia y escaso respaldo social brindado al esfuerzo titánico que alcanza el triunfo y la excelencia empresarial.
Para las proporciones de Almería, una inversión privada de 719 millones de euros es un record histórico, especialmente si se acompaña de los 740 nuevos empleos que engrosan un nómina de los ya decenas de miles repartidos por los cinco continentes. En apelación a las facilidades y dimensiones económicas de la provincia, hay que recordar que el crecimiento industrial (piedra natural, agricultura y turismo) ha tenido que luchar contra las deficiencias y tardanza de las infraestructuras que habrían de acompasar, mejor adelantarse, al crecimiento o nuevos asentamientos industriales. Recuerden, si les alcanza la memoria, mermas históricas como la autovía del Almanzora, líneas eléctricas de alta capacidad, agua, comunicaciones… y facilidades logísticas para minorar los costes de transporte y, consecuentemente, facultar estabilización en la competitividad ante mercados más aventajados en infraestructuras.
Aquí todo cuesta más, y no me refiero sólo a nuestra desventaja en facilidades logísticas. Algún día, alguien glosará el “Milagro Cosentino” como una singularidad en un escenario poco agraciado para el éxito. Ha tenido que ser el sacrificio personal y una gran dosis de credulidad en la potencialidad de esta tierra lo que ha posibilitado éxitos homologables a la experiencia Cosentino. Personas como Paco Cosentino han logrado aglutinar equipos humanos, vanguardia tecnológica e implementaciones inéditas que han supuesto un indiscutido referente en su especialidad.
Personas como José María Rossell también han alcanzado similares hitos en industrias como el turismo. La firma Rossell es sinónimo de calidad y personalidad que distingue a sus recintos turísticos nacionales e internacionales. Y su éxito no sólo se refiere a los magníficos hoteles, también hay que citar la perspectiva empresarial que avistó un horizonte complementario para fijar emplazamientos lúdico-culturales: Museo del Cine, Mini Hollywood, Parque Oasys…
En las empresas que triunfan no sólo hay oportunidad de negocio, suerte y acierto; es tremendamente necesario que exista “alma”, y eso es patrimonio de las personas que emprenden con plena convicción y disposición a afrontar y superar las dificultades, incluida la envidia; factor que indefectiblemente aparece ante el éxito ajeno y que lacera las miserables conciencias de envidiosos que denuestan hasta las muestras de generosidad (donaciones de Amancio Ortega) y avizoran supuestas corruptelas en la consecución del éxito.
Volviendo a los titulares de prensa, recientemente leí que la agricultura almeriense podría obtener beneficios cifrados en 700 millones de euros si el sector se organizase. Lamentablemente, en la agricultura hemos perdido innumerables oportunidades que nos han demorado en la deseada competitividad que nos habría brindado mejores comunicaciones de transporte, agua y concentración de la oferta. Y, aunque el sector agrícola almeriense es paradigma de sacrificio y superación, aún se echa de menos una voz que lidere con nitidez y rotundidad para conseguir hacer fuerte la presencia de Almería en los mercados internacionales y, de una vez por todas, alcanzar el tan reclamado reto de la concentración de la oferta y el lobby que defienda al sector, desacreditando los innumerables fakes que injustificadamente nos dedican aquellos que nos perciben con dispersión y debilidad.
Por una vez -¡uf, qué gusto!- no menciono la política, los pactos, intereses sectarios, el procés… Y, parece que a pesar de algunos políticos, las empresas funcionan y hacen crecer la riqueza y el empleo, aunque algún mequetrefe que parasita desde el poder no sepa lo que es generar un puesto de trabajo y nos venga con sus monsergas de políticas sociales, creación de empleo y generación de riqueza. Y estos semovientes, lamentablemente, son noticia todos los días aunque ni producen, ni sienten, ni padecen… y, además, pretenden ser acreedores del éxito ajeno. Va ser cierto en la política actual: “Si no vas ayudar, por lo menos estorba. Lo importante es participar”.
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