El Banco de España acaba de hacer público un informe en el que señala la vulnerabilidad de la economía española en estos momentos de mucha incertidumbre internacional. Por un lado, la posición de inversión internacional que no alcanza el billón de euros, cerca del 78% del PIB. Para el banco emisor, porcentajes por encima del 70% aumentan la vulnerabilidad de la economía española. Y, por otro, la deuda externa bruta (el dinero que deben empresas y familias) que superó los dos billones de euros, con un incremento del 2,1 por ciento por lo que sitúa en el 169% del PIB. Hay, además, que poner encima de la mesa los datos de la balanza por cuenta corriente que redujo su superávit en cerca de un 48% el año pasado, dato que ha empeorado en este 2019 y que sitúa el saldo positivo como el más bajo desde 2012.
La situación exterior es preocupante con problemas comerciales entre China y Estados Unidos, pero también la evolución económica de la eurozona. Los ojos están puestos sobre todo en Italia, pero también en Alemania y en Francia, estancada desde hace años. Por lo que respecta a España, varias son las cuestiones a tener en cuenta. De momento, no hay gobierno y no sabemos muy bien a fecha de hoy con qué grupos acabará Pedro Sánchez superando la investidura y gobernando, si es que no vamos a repetición de elecciones. Gobernar con independentistas y comunistas tendrá consecuencias y muy negativas sobre la economía, ya que ocurriría en un momento en que el PIB crece por la demanda interna, sobre todo la pública, la productividad está en mínimos y, como hemos dicho antes, se borra una parte importante del superávit exterior y con las exportaciones muy agotadas.
Además, existen otras variables que son altamente preocupantes y que con un gobierno radical pueden empeorar significativamente. Por ejemplo, el empleo indefinido, la producción industrial, el gasto público excesivo y descontrolado y otra serie de indicadores que o bien están en caída o directamente en negativo. Parece evidente que se necesita un gobierno, pero no cualquiera. Uno que sepa leer los datos y no se haga trampas. Es decir, que no tome medidas contrarias a los intereses de empresas y ciudadanos subiendo los impuestos o que deje de gastar en subvenciones y otras partidas. Que promueva mayores de libertad a los agentes económicos y deje de poner trabas a los que crean riqueza y empleo.
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