Intolerantes a cualquier incomodad

Si me está leyendo, le felicito cordialmente. Y no por el hecho en sí de que me dedique unos segundos de su domingo, cosa que por descontado le agradezco -y ahora entenderá el porqué- muy calurosamente, sino por su condición de superviviente. Sí. Usted es uno de los supervivientes de la ola de calor que está asolando a España, como bien se han encargado de proclamar con tono apocalíptico todos los medios de comunicación.

Y es verdad que hace calor, sí, pero también es verdad que estamos en verano, que es la estación del año en la que, al menos en el hemisferio norte de este planeta, se registran históricamente las temperaturas más elevadas del año. Y aquí es donde quiero llegar: a la sobreactuación informativa ante la obviedad.

Los informativos se llenan de enviados especiales que relatan, como si estuvieran siendo testigos de la apertura del Séptimo Sello, que está haciendo calor. Las piezas se complementan con impresiones de viandantes que confirman que, efectivamente, tienen calor y nos despliegan su abanico de remedios para combatirlo: el sombrero, el pay-pay (en el caso de que sea un paseante con tendencia a lo rancio), el tradicional botijo o la manga corta. Impactantes aportaciones que suelen derivarnos a una entrevista con un especialista que nos brinda valiosos consejos para la supervivencia, como beber mucha agua, consumir frutas y gazpachos y evitar correr una maratón a las tres de la tarde. Es cierto que todo puede empeorarse si el cierre es un gurú medioambiental regañando a la audiencia por su escasa aplicación de los criterios éticos de la ecología.

Y tal como uno lo ve, esto se debe a  que vivimos en una sociedad que ha convertido la incomodidad en un factor intolerable: lo que nos molesta es noticia. Y así, lo relevante no es que haga calor, sino que ese calor nos desagrada. Pero no se preocupen: dentro de unos meses volveremos a sorprendernos de que en invierno haga frío.

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