Juan Torrijos
01:00 • 12 oct. 2011
Hemos visto las fotos estos días de sus señorías volviendo a casa. Los hay que daban pena, pero así es la vida del político: unas veces sonríes, las otras... hay las otras. Unos lo hacen con caras de poker, por no decir de pocos amigos. Lo de no volver a los sillones de los madriles, los sueldos de los madriles, las bicocas de los madriles es duro, muy duro para sus señorías. Los hay que se quedan, casi todos en el Pp. La derecha muy conservadora ella. Si llegaran a la política sabiendo que tras ocho años en el poder les espera la vuelta a casa, seguro que sus caras serían más tranquilas, agradecidas por el tiempo vivido entre la nobleza y con la satisfacción del deber cumplido. Como no es así, como algunos-as llevan camino de los treinta años en el servicio público (me hace gracia lo de servicio público, tendrán cara) y se creen con derecho a estar hasta que se jubilen, cuando el partido no les pone en las listas, como ocurre en el Psoe con casi todos los candidatos, las caras de la despedida eran todo un poema. Se impone, debería ser por ley, el que cada ocho años los políticos volvieran a casa y no sólo por navidad. Por higiene democrática, por salud pública, deben limitarse los años. Casos como los de María del Mar Agüero, Juan José Matarí, Rafael Hernando no es que levanten pasiones entre sus seguidores, ya se pueden imaginar entre el resto del personal. José María Aznar fue capaz de irse tras la segunda legislatura, pero sus hijos políticos no han aprendido de él o no han querido seguir su ejemplo. En el Psoe, si no se produce la caída de Martín, estaríamos viendo en las listas a los mismos de hace diez años o más.
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