Mientras el presidente del Gobierno en funciones, el socialista Pedro Sánchez, presenta sus más de trescientas medidas 'electorales' (no demasiadas novedades, pero un plan contundente), al Partido Popular le caen los chuzos de punta: la vieja trama 'Púnica' da nuevos coletazos en el juzgado del magistrado García Castellón, que, en un duro informe, involucra a dos figuras tan destacadas entre los 'populares' como Esperanza Aguirre y Cristina Cifuentes, que se unen a otros ex dirigentes del PP en Madrid en las tramas de corrupción que han afectado a este partido. Mala noticia, claro está, para Pablo Casado, sobre todo en unos momentos en los que los 'populares' piensan que los comicios van a ser inevitables y ya ponen a punto su maquinaria electoral. Y, sin embargo, paradójica, casi increíblemente, ahora podría ser la oportunidad de Casado, su gran oportunidad de pasar de jefe de un partido a estadista. ¿Será capaz de hacerlo?
Claro que el PP no ganaría, salvo vuelcos hoy impensables, las elecciones, estas elecciones de noviembre, si finalmente se llega a ellas, como todos creen lo más probable.
Pero la reaparición de tramas en el 'viejo' PP deja a Casado con las manos libres para proseguir en lo que él considera en privado la 'regeneración' del partido fundado por Fraga, refundado por Aznar y al que Mariano Rajoy llevó a las cumbres y, luego, al declive. Y que ahora Casado se afana en reflotar olvidando tiempos pretéritos. Conozco de tiempo atrás a Aguirre, de quien he contado algunas jugosas anécdotas en varios libros, que ponen al descubierto las, ejem, 'flaquezas' de quien fue llamada 'la lideresa'. Que actuó en Madrid, lo mismo que varios de sus 'colegas' en la Administración que controlaba el PP, como si de su finca particular se tratase: sensación de impunidad, fue el diagnóstico que muchos comentaristas hicimos entonces. Pero ocurre que en España, aunque tarde, siempre acaba saliendo todo a la luz, entre otras cosas porque hay jueces como García Castellón, cuya trayectoria impecable bien me consta.
Ahora, Aguirre, como Cifuentes, pasa a engrosar la categoría de apestados que encabezan Ignacio González o Francisco Granados, y no son los únicos, desde luego, en la lista madrileña (hay otras, claro, como la valenciana o la balear). Recuérdese que el propio Rajoy sufrió la moción de censura a raíz de un auto judicial de innegable dureza acerca de su comportamiento personal en relación con la corrupción política en su partido.
Se avecinan semanas muy duras judicialmente para la imagen del PP 'del pasado' -así lo califican en el PP 'actual'- y deberían ser semanas para que un Pablo Casado que obviamente tiene que ver lo mínimo posible con lo ocurrido en ese pasado bochornoso convenciese al electorado, a 'su' electorado, de que ese partido, en el que han emergido figuras 'madrileñas' como Isabel Díaz Ayuso o José Luis Martínez Almeida, es capaz de gobernar honradamente. Y eficazmente. Y novedosamente.
Hace falta, sí, una autocrítica. Tuve ocasión de decírselo a Díaz Ayuso bastante antes de que se hiciese con la presidencia de la Comunidad de Madrid y me pareció que ella sabía que se le avecinaban momentos complicados. Autocrítica, garantías de que lo ocurrido no volverá a suceder jamás y, claro, nuevas ideas políticas es lo que se necesita: no estoy seguro de que la iniciativa de 'España suma' sea una de esas iniciativas más brillantes, pero quedamos a la espera de la reflexión en el seno del 'socio' Ciudadanos, donde me parece que se da un evidente desconcierto. Lo de Vox es otra cosa, desde luego, y, lejos de ayudar a Casado en su ascenso a La Moncloa, bien podría complicárselo. Veremos cómo se desarrollan los acontecimientos, no todos dependientes de la voluntad del joven mandatario del PP.
España necesita una alternativa consistente al momento hegemónico que vive el PSOE. El partido de Pedro Sánchez, guste o no, se ha unificado y da la impresión, al acto de presentación de las 'trescientas y pico' medidas me remito, de que son los socialistas quienes llevan hoy por hoy la iniciativa. Pero no podemos vivir en un régimen de 'monopartido compartido' en el que los ciudadanos tengan la sensación de que es inevitable un poder ejercido por el PSOE sanchista en colaboración con el Podemos 'pablista' y las abstenciones envenenadas de separatistas y republicanos. Un 'España suma' que no acaba de sumar frente a un 'Gobierno Frankenstein' que nos augura una próxima Legislatura breve y agónica. Menudo panorama para el electorado.
Claro que hay soluciones para superar el abismo de las dos Españas y esas soluciones pasan, más que por el dudoso 'sí' de Pablo Iglesias a la investidura de Sánchez, por el propio Sánchez... y por Casado. Hemos visto crecer la estatura política de ambos, nos convenza más o menos cómo se ha producido ese crecimiento. Me interesa mucho, en este sentido, el próximo encuentro entre ellos. Mucho más que lo que pueda salir de esa tan traída y llevada 'cumbre' entre el inquilino (en funciones) de La Moncloa y el líder, siempre tan inquieto, de Podemos. ¿Habrá, finalmente, luz a la salida del túnel?
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