La última iniciativa de Albert Rivera -Ciudadanos presenta una moción de censura a Quim Torra, presidente de la Generalidad de Cataluña- a sabiendas de que no cuenta con los apoyos parlamentarios suficientes para que prospere la moción. Solo cuenta con los votos del PP. El PSC se abstendrá. Entre otras razones según ha contado Miquel Iceta porque se enteraron por la prensa de los planes de Ciudadanos. A la vista de que es una bengala que se apagará así que se proceda al recuento de votos cabe preguntarse por qué Rivera ha decidido gastar ahora una bala de plata no habiéndose atrevido a poner en marcha semejante proceso cuando Inés Arrimadas estaba en la cumbre de la popularidad y Torra y los suyos ya venían haciendo de las suyas.
No lo hicieron cuando podía haber conseguido una gran victoria mediática y lo van a hacer ahora que al decir de las encuestas el partido está en horas bajas. La única explicación sería que se trata de una maniobra táctica pensada para que Lorena Roldán consiga algo de visibilidad. La cosa no va más allá. Pero es quemar una bala de plata que con arreglo al Reglamento del Parlamento de Cataluña ya no podrá volver a disparar en esta legislatura y lo único que va a conseguir es dar aire a los partidos independentistas que ante la moción aplazarán sus diferencias para tumbar la moción.
Rivera va dando bandazos. Tras cuatro meses sin querer hablar con Pedro Sánchez -Presidente del Gobierno en funciones-, a falta de tres días para que venciera el plazo para evitar la repetición de las elecciones hizo público un documento con las condiciones que ponía para apoyar la investidura. Nadie le tomó en serio. La cosa no pasó de ahí y todo el mundo entendió que se trataba de una maniobra para anticiparse a las críticas por no aceptar negociar en serio con el PSOE como si había hecho en 2016. Algunos dirigentes de Ciudadanos se dieron de baja del partido por no compartir -ni entender- la zigzagueante línea política de Rivera.
También hay quien le reprocha que no haya atendido el ofrecimiento de Pablo Casado para explorar posibles listas conjuntas con el PP en las candidaturas al Senado y en circunscripciones donde, como ocurrió en Navarra en las municipales cuando una coalición de las derechas acabó siendo la opción más votada. Todas las encuestas reflejan un importante descenso de las expectativas de voto de Ciudadanos. La clave que explicaría este declive hay que buscarla en los bandazos de su actual liderazgo. Desde luego nadie piensa que la idea de la moción de censura ha sido cosa de Lorena Roldán.
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