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01:00 • 24 oct. 2011
Allí estaba ella, tan alegre e ilustrativa como siempre. Las tablas de la ley con los números de los mandamientos, un par de pulmones de un rosáceo intenso, el triángulo de Dios envuelto en unos grandes nubarrones que resaltaban aún más los rayos dorados que emitía el Padre. Además, otras pequeñas motivaciones acompañaban su presentación. Abrigada por otras hermanas de la misma familia, pero de distintos grados, la Enciclopedia Álvarez fue la estrella pedagógica de la segunda mitad del siglo pasado, una suerte de Google apta para todos los alumnos, y un santo y seña pedagógicos de numerosas generaciones de escolares posteriores a la Guerra Civil. El flamante manual acompaña una exposición sobre la escuela de los años cincuenta y sesenta, que con carácter itinerante recorre distintos lugares e instituciones de Andalucía con la finalidad de que en el disco duro de los escolares de ahora no desaparezca el registro de las clases y aulas de antaño, esas dependencias en las que se han formado tantas generaciones de alumnos, con aciertos y errores, con mejor o menor resultado, pero que nunca dejarán de ser un referente educativo para las nutridas generaciones de niños de la postguerra y del tardofranquismo.
Las viejas Álvarez no viven solas en este viajero rincón de la escuela de antaño. Infinidad de objetos y enseres de diferente índole las acompañan en ese trayecto pedagógico que recorre nuestra Comunidad de la mano de la Consejería de Educación. Junto a la clase del ayer, con pupitres de doble asiento de madera y tarima de listones, el aula perdida ofrece pizarras y mapas físico y geográfico de la España de entonces, un instrumento de enseñanza que hace cavilar a los escolares de nuestros días cuando se tropiezan de bruces con un país que sólo se parece al de hoy en la silueta de la piel de toro, o en el nombre de las provincias hispanas; una hecho diferencial que las pequeñas celebridades de la primaria de hoy resuelven a su antojo con la mejor ingenuidad de su edad. Verbigracia: La provincia de Murcia ya no tiene dos comunidades como antes cuando Albacete formaba parte de la misma. Es solo una pequeña confusión de la resuelta exposición que realizan los alumnos que se entusiasman con esta escuela de ficción, al igual que cuando su sorpresa por este arcaico inmobiliario les lleva a preguntar por la función de los añejos agujeros de los pupitres construidos para albergar los entrañables tinteros de “pelikan”.
Los enseres, objetos, materiales y elementos que conforman esta interesante muestra son muy variados : Rudimentarias estufas de ascuas fabricadas con latas de conserva, las peonzas de madera casera, chapas y canicas..definen las carencias y el ocio y los juegos de ayer, junto a curiosos estuches de colores y carteras que tanta ilusión portaron en las ateridas manos de aquellos niños, los de entonces, esos que hoy babean hasta quedar embelesados con este acertado viaje por su escuela feliz, pese a todos los pesares.
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