Si entre ellos se tratan así, si entre ellos se insultan de esta manera qué quieren que pensemos los ciudadanos de los representantes políticos que los partidos mandan al parlamento de Andalucía. Lo más increíble es que nosotros les votamos cada cuatro años.
No le presto demasiada atención al Parlamento andaluz si no anda de por medio algún interés almeriense. Y en este caso lo hay el que fuera consejero de Agricultura y ahora parlamentario almeriense por el PSOE. Cierta grima, por no decir vergüenza ajena, le da a uno escuchar en sede parlamentaria y en la boca de un almeriense, lo de “macarra y sinvergüenza”. En esos momentos no me gustaría vivir en la misma tierra que este caballero.
No me hace ninguna gracia que este diputado sea un representante político, un padre de la patria de la tierra donde vivo. Si algo tendríamos que exigir a nuestros próceres es respeto, educación, urbanidad, consideración y un cierto comportamiento cívico entre ellos. Cuando esto no ocurre, cuando se hace del insulto y del desprecio el lema del trabajo en política, no vengan diciendo después que los ciudadanos les tratamos mal (pobres míos), que pensamos de ustedes que son unos inútiles, unos maleducados y unos impresentables.
No somos nosotros, señor diputado, los que así hablamos y nos comportamos con usted y sus compañeros de escaños andaluces, son ustedes, sí, ustedes, los que se ponen en el disparadero de una sociedad que está harta de sus insultos, de su poco trabajo, de sus grandes sueldos y encima de su falta de educación. Vergüenza siente uno ante el comportamiento de los que dicen ser nuestros representantes. Hemos aceptado sus mentiras, su corrupción, sus enchufes, sus promesas sin cumplir, su falta de consistencia política, y hemos sido tan burros que no nos hemos quitado las orejeras y les hemos seguido votando, pero lo de su mala educación, la falta de urbanidad y de respeto es difícil digerir.
No pida perdón, no hace falta, y si lo hace estamos convencidos de que no le sale de dentro. Ustedes parecen sentirse felices sentados en los bancos sevillanos entre “macarras y sinvergüenzas”, troleros y corruptos que parece son los que componen el elenco del Parlamento andaluz. Y no lo decimos nosotros, lo dicen ustedes y entre las paredes de ese mismo ¿respetable? Centro de Poder.
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